17 junio 2020
por Madrid Nuevo Norte
No es raro ver a cualquier niño o niña hacer una casa con una caja de cartón, o torres con los clásicos bloques de construcción. Tirado en el suelo, de su rápida manipulación y su infinita imaginación nacen castillos, colegios, casas y rascacielos y, si el juego se prolonga, incluso calles o una pequeña ciudad. La construcción forma parte del juego infantil desde el inicio de los tiempos, ya que es un instinto que está en el ADN de nuestra especie.
Una pasión a la que han dado rienda suelta los videojuegos de construcción de ciudades, un subgénero que lleva conquistando a generaciones de gamers desde hace décadas. Salvo algunas excepciones, los “city building games” no acostumbran a encabezar las listas de los juegos más vendidos o descargados, pero son una constante que nunca se apaga y que sigue renovando su oferta e incorporando novedades. La propuesta de crear una ciudad, hacerla crecer y gestionarla parece no pasar nunca de moda.
El juego de ciudades comenzó su digitalización en los comienzos del videojuego, de mano de Intellivision, una consola de videojuegos lanzada por Mattel en 1979 para hacer la competencia a la entonces todopoderosa Atari 2600. Tres años después de su lanzamiento, presentó Utopía, para muchos, la primera propuesta de juegos de construcción digital, un género que desde entonces ha cambiado mucho. No obstante, a pesar de lo básico de sus gráficos pixelados, la semilla del género ya estaba presente en ese primitivo juego de arcade, que se centraba en la creación de ciudades en el entorno de una isla, con atención al suministro de la población y con la presencia ocasional de fenómenos meteorológicos que entorpecían el desarrollo.
La primera gran saga se inicia con SimCity (desarrollado por Maxis), que se presentó en 1989 con el reto de controlar el tráfico de la ciudad, aunque luego se convirtió en un auténtico simulador de desarrollo urbano. En su momento fue una propuesta muy desconcertante para el mercado, ya que el jugador ni ganaba ni perdía. Su componente adictivo se basaba simplemente en el poder de la simulación, en el placer de crear y gestionar grandes urbes. Y la propuesta fue acertada, a juzgar por la gran cantidad de versiones e imitadores que generó.
El mapa en blanco de SimCity con el que comienza la partida, y sobre el que hay que levantar una ciudad y todas sus infraestructuras, se ha adaptado al PC, así como a todo tipo de consolas y juegos en línea. Sus creadores llevan décadas renovando su propuesta sobre la misma idea, con versiones en las que puedes desde incorporar monumentos famosos hasta desarrollar una gran granja.
Y de un clásico a una de las propuestas recientes más originales para los amantes de la simulación de ciudades: Concrete Jungle, de ColePowered Games, requiere de una visión estratégica de la ciudad. Utilizando el mazo de cartas seleccionadas, el jugador va tejiendo el entramado urbano con la colocación de los edificios, pero cada uno de ellos tiene su influjo en el entorno. El objetivo es que el jugador vaya reuniendo los puntos necesarios para liberar terreno, a la vez que satisface las necesidades ciudadanas en la creación de zonas verdes e infraestructuras.
Cities in Motion (de Colossal Order, 2011) tiene a la red de transportes como principal hilo conductor. Helsinki, Berlín, Viena y Ámsterdam son los escenarios clásicos de este juego en el que el objetivo es mejorar el sistema de transporte público. Para ello, se pueden construir líneas de metro o de ferrocarril, de tranvías, autobuses, marítimas e incluso helicópteros, siempre que sean económicamente viables. Definir las líneas, ubicar las paradas y comprar los vehículos están entre las tareas del usuario en un juego que además tiene el aliciente de las hermosas reproducciones de cada uno de los escenarios urbanos.
En 2015, este estudio lanzó su propia versión del clásico SimCity llamada Cities: Skylines, que propone convertir un pequeño pueblo en una metrópoli de impresionantes rascacielos. En su edición Green City, incluso introduce algunos conceptos básicos de sostenibilidad. El juego destaca por su detallismo, ya que te muestra tanto una gran variedad de diseños arquitectónicos como el flujo de tráfico rodado y hasta las personas que habitan y se mueven por la ciudad.
Otros juegos han derivado la construcción de ciudades al mundo clásico y mitológico. Es el caso de Caesar, lanzado en 1992, Faraón, de 1999, o Imperivm Civitas, de 2006. Son sólo algunos ejemplos entre una larga lista de escenarios de antiguas civilizaciones.
Se le pronostica una larga vida al juego de construcción de ciudades, aunque a los jugadores cada vez más experimentados y exigentes, se suma que los desarrolladores tienden ahora a la mezcla de géneros. Así ocurre con Urban Empire (Reborn Games, 2017), en el que el crecimiento de la ciudad está condicionado por intrigas políticas y acontecimientos sociales e históricos.
La otra gran tendencia en este sector del videojuego es la conquista de la app para móvil, en la que SimCity fue pionero. Entre las múltiples apps que se descargan en los stores de iOs y Android, un buen ejemplo es Futurama: Worlds of Tomorrow (de Tiny Co, 2017), basada en la popular serie de dibujos animados para adultos. Su trama se basa en la reconstrucción de ‘Nueva Nueva York’.
Menos grandilocuente pero más popular es Township (Playrix, 2012), que supera los 100 millones de descargas. Cifras que se quedan pequeñas en comparación con Clash of Clans (Supercell, 2012). Más de 500 millones de usuarios han sucumbido al placer de levantar una aldea, si bien en este caso se trataría más de un juego de estrategia que puramente de construcción de ciudades.
El juego de construcción urbana no es ajeno al movimiento del software libre. Aquí destaca OpenCity, un simulador de creación de ciudades en 3D que exige una gran dedicación. Levantar sus zonas residenciales, comerciales e industriales roba horas de sueño a sus muchos aficionados. Y es que levantar una ciudad nunca fue una tarea sencilla.