29 julio 2024
por Madrid Nuevo Norte
Según los últimos datos del Banco Mundial, más de la mitad de la población global vive hoy en zonas urbanas. Una cifra que se eleva a más del 70% en Europa. El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas prevé un aumento del 13% para el año 2050. Así, las ciudades –cada vez más diversas y complejas– se erigen como el epicentro de las relaciones humanas. Pero, ¿están estas diseñadas para serlo? ¿Cómo afecta la infraestructura urbana a la forma en la que nos relacionamos? ¿Abrazan todas las ciudades a cada uno de los colectivos que las habitan? Para dar respuesta a estas preguntas, cada vez resulta más común escuchar a quienes se dedican a pensar las ciudades el concepto de urbanismo inclusivo.
Esta forma de entender el diseño de las ciudades centrada en las personas ha ganado relevancia en la planificación urbana moderna, abordando la necesidad de crear urbes que sean accesibles y equitativas para todos sus habitantes, independientemente de su edad, género, capacidad física o condición socioeconómica. Este enfoque no solo se centra en la eliminación de barreras físicas, sino que también busca fomentar la participación y el bienestar de todos los ciudadanos en el entorno urbano.
Ciudades amables y verdes
El urbanismo inclusivo persigue la construcción de “ciudades amables” o “soft cities” para todos sus habitantes. La idea fundamental es que la planificación de la ciudad recoja las necesidades esenciales de las diferentes personas en el espacio público (como pasear, sentarse o hablar con los vecinos) y responda a preguntas sobre cómo coger el autobús, cómo ir al colegio o cómo garantizar entornos seguros para todos. En otras palabras, se trata de humanizar el espacio público de nuestras ciudades.
Para ello, el diseño de ciudades inclusivas requiere una mirada integral y planes que contemplen la transformación de áreas estratégicas de la ciudad y de los espacios públicos, como la creación y transformación de parques, plazas y jardines que permitan una vida saludable y comunitaria.
Los espacios verdes desempeñan un papel crucial para el bienestar de sus habitantes ya que contribuyen significativamente a la salud física y mental de la población. La presencia de parques, jardines y áreas recreativas fomenta la actividad física, reduce el estrés y mejora la calidad del aire. Además, promueve la cohesión social, proporcionando lugares donde las personas pueden reunirse y conectarse con la naturaleza. En particular, estos espacios son esenciales para el desarrollo infantil, ya que ofrecen un entorno seguro y estimulante para jugar y aprender. Según el informe The Necessity of Urban Green Space for Children’s Optimal Development de UNICEF, existe evidencia científica de que los espacios verdes pueden ayudar a paliar los efectos negativos de la vida urbana y ayudar a los niños y niñas a desarrollar todo su potencial.
La accesibilidad como punto de partida
Tradicionalmente, las ciudades han sido diseñadas desde la visión de una población homogénea sin contemplar, por ejemplo, las necesidades de personas con movilidad reducida. Sin embargo, la eliminación de barreras físicas a través de rampas, aceras anchas, cruces peatonales accesibles y transporte público adaptado ya están ayudando a pasar de ciudades limitantes a urbes inclusivas.
Pero la accesibilidad también implica el acceso a la información y a los servicios. Así, la señalización en braille, las aplicaciones móviles que guían a las personas con discapacidad visual y los sistemas de alerta auditiva en los transportes públicos son cruciales para garantizar que todos puedan moverse libremente por la ciudad. Por ejemplo, algunas ciudades españolas han sido pioneras en desarrollar parques infantiles adaptados a niños con diversidad funcional o han destacado por destinar espacios públicos para deportes diferentes al fútbol en parques, mejorar la iluminación y seguridad de las calles o ampliar el pavimento para facilitar el uso a peatones que llevan cochecitos de bebés.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reafirma la importancia del espacio público en la agenda del desarrollo a nivel mundial; en particular, la meta 7 del Objetivo 11 del Desarrollo Sostenible alude especialmente al “acceso universal a espacios verdes y públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas mayores y las personas con discapacidad”.
Un concepto global
En 2018, las ciudades de Nueva York, São Paulo, Río, Chicago, Curitiba, Berlín, Amman y El-Aaiún lanzaron la campaña Cities for all, coordinada por la organización World Enabled, para impulsar la inclusión urbana. Y un estudio de esta misma organización elaborado en 2019 para la Organización Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos desarrolló una serie de recomendaciones para gobiernos locales en materia de políticas públicas para la consecución de ciudades más inclusivas que se resume en los siguientes grandes principios:
Respecto a este último aspecto, la Fundación ONCE y la consultora IdenCity han elaborado una metodología para valorar el nivel de inclusividad y accesibilidad de las ciudades españolas a través de la medición de 93 indicadores sobre movilidad, empleo, recreo, gobierno, servicios de bienestar básico y hostelería y comercio. Si bien el resultado es aceptable (de media, las ciudades españolas obtienen una puntuación del 60,55%), existen amplios márgenes de mejora.
El urbanismo inclusivo representa una evolución necesaria en la forma en que concebimos y desarrollamos nuestras ciudades. Se busca construir entornos que no solo sean funcionales, sino también acogedores y respetuosos con la diversidad humana. Así, el urbanismo inclusivo se convierte en una herramienta esencial para garantizar que cada individuo pueda desenvolverse y prosperar en un ambiente que valora y celebra su dignidad y sus características únicas.