16 septiembre 2024
por Madrid Nuevo Norte
Existe una parte de la historia de Madrid que se escribe en entre tramoyas, escondida tras los telones de sus célebres salas y teatros. Lugares que han sido testigos y protagonistas de la evolución cultural de la ciudad. La realidad y la ficción se entremezclan en las calles madrileñas, una ciudad que ha sido cuna del teatro desde que en el siglo XVI se establecieron los primeros corrales de comedias. Espacios al aire libre, en ocasiones patios de casas, donde se representaban gran variedad de obras. El Corral de la Cruz, inaugurado en 1579 o el Corral del Príncipe –actual Teatro Español– puesto en marcha en 1583, sentaron las bases de este arte para los siglos posteriores, no solo en la capital, sino en todo el país.
Figuras de la talla de Calderón de la Barca, Tirso de Molina o Lope de Vega ayudaron a expandir esta forma de cultura entre la sociedad del momento. A lo largo de los siglos XVI y XVII, el teatro fue adquiriendo cada vez mayor popularidad, lo que llevó a la construcción de nuevos escenarios, mejor adaptados y estructurados. Así, en 1735, el Corral de la Cruz pasa a ser el Teatro de la Cruz y en 1745, el Corral del Príncipe da paso al Coliseo del Príncipe.
El Teatro Español, uno de los más icónicos de Madrid, tiene sus orígenes en el Corral del Príncipe. Fundado en 1583 y transformado en teatro en 1745, este lugar ha sido testigo de la evolución del teatro español y europeo. Tras sobrevivir a un incendio en 1804, a varias remodelaciones y diferentes cambios sociales y políticos a lo largo de los años, el Teatro Español es un símbolo de cultura y resistencia. Ubicado en la calle del Príncipe 25, es un ejemplo de la capacidad de adaptación de Madrid a los nuevos tiempos.
Otra de las grandes joyas de la escena madrileña es el Teatro de la Zarzuela, inaugurado en 1856 por la Sociedad Lírico Española con el objetivo de tener un espacio exclusivamente dedicado a este género. Hoy, este guardián de la zarzuela, ubicado en plazuela de Jovellanos, preserva su esencia a la vez que trabaja por adaptarse a nuevas tendencias, incorporando en su programación propuestas innovadoras que atraen a espectadores de varias generaciones.
Otro espacio destacado en la capital es el Teatro Lara, un referente desde el punto de vista arquitectónico. Fue inaugurado en 1880 en la calle Corredera Baja de San Pablo y a lo largo de los años ha sido testigo de innumerables estrenos y representaciones que han marcado la historia del teatro en Madrid. Su elegante interior, con palcos adornados y un telón de terciopelo rojo, transporta a los espectadores a una época dorada del espectáculo. Además, el Lara ha sabido adaptarse a los tiempos, acogiendo tanto producciones clásicas como obras contemporáneas, lo que le ha permitido mantenerse como un punto de encuentro imprescindible para los amantes de las artes escénicas.
Y si hablamos de iconos de la escena madrileña, no se nos puede olvidar el Teatro Real. Inaugurado en 1850 por Isabel II, reposa sobre lo que en su día fue el Real Teatro de los Caños del Peral, en la plaza de Oriente. A lo largo de los años ha servido como sala de conciertos, como Congreso de los Diputados entre los años 1841 y 1850 o como sede para el XIV Festival de Eurovisión, entre otros. Hoy, el Teatro Real, conocido como El Real, está considerado como la máxima referencia de las artes escénicas y musicales del país y uno de los teatros de ópera más prestigiosos de Europa.
Pero Madrid no solo es historia de las artes escénicas, también es futuro. La ciudad ha sabido expandir la oferta cultural, adaptándose a las nuevas corrientes y a los diferentes públicos siendo la ciudad española con más teatros y convirtiéndose lugar de referencia en la industria del espectáculo. Los Teatros del Canal, inaugurados en 2009 en pleno barrio de Chamberí, son un ejemplo de esta heterogeneidad. Un complejo de más de 3.500 metros cuadrados que acoge una amplia gama de producciones, desde teatro y danza hasta ópera y musicales.
El Centro Cultural Conde Duque, en el barrio de Argüelles; el Teatro Alfil, en el barrio de Malasaña, o Nave 73, en Palos de la Frontera, son solo algunos de los muchos espacios que Madrid reserva para disfrutar del teatro en todas sus formas. Desde las grandes producciones musicales que se visten de gala a lo largo de la Gran Vía, hasta los microteatros o el universo de salas de teatro alternativo, Madrid siempre tendrá un escenario listo para ser aplaudido.
En la historia de los teatros de Madrid, el aspecto económico y social ha jugado un rol principal en el desarrollo de estos espacios artísticos. No solo como motores de revitalización urbana, sino como reflejo de los cambios que la sociedad madrileña ha demandado. Muchos barrios han experimentado transformaciones culturales gracias a la instalación de nuevos espacios escénicos. Lavapiés, Malasaña o Legazpi han visto un renacer cultural en gran parte debido a la proliferación de pequeñas salas y teatros alternativos que han contribuido a convertir estas zonas referentes culturales.
Según el informe El valor de la Cultura, elaborado por la Escuela Superior de Música Reina Sofía y Ernest & Young, las artes escénicas contribuyen de manera transversal a los ODS, y ejercen impacto sobre la calidad de vida de los entornos en los que se desarrollan, mejorando aspectos de la calidad de la educación, la empleabilidad, la inclusividad y la sostenibilidad. Patricia Gabeiras, socia fundadora de la Fundación Gabeiras, afirma en el mismo informe que “la cultura aporta muchas cosas más allá de la rentabilidad financiera. Cuando se incorporan determinadas métricas a las inversiones, la rentabilidad social, de bienestar, del entorno, la visión de futuro y creación de país, es positiva”.
Un influjo que, en un entorno urbano rico y complejo como es Madrid, se muestra profundo y multifacético, tomando el relevo en cada generación. En una ciudad donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan en cada rincón, la escena teatral no solo preserva la riqueza cultural, sino que también la reimagina y evoluciona.