19 enero 2021
por Madrid Nuevo Norte
Cuando hablamos de biodiversidad solemos pensar en espacios naturales y en todo tipo de animales salvajes, pero rara vez se piensa en los insectos. Y la realidad es que estos pequeños invertebrados son absolutamente imprescindibles para la salud de todos nuestros ecosistemas. También de los urbanos.
Determinadas especies beneficiosas de insectos se han confirmado como grandes aliados de la sostenibilidad urbana, y cada vez son más las iniciativas que tienen en cuenta a estos pequeños animales a la hora de planificar nuevas zonas verdes y espacios públicos. Y es que los insectos pueden jugar un papel doble para la salud medioambiental de las ciudades: por un lado, algunas especies, entre las que destacan las vistosas mariquitas o ciertos tipos de escarabajos, representan una alternativa sostenible a productos químicos nocivos para el medioambiente a la hora de combatir plagas. Por otro lado, insectos como las abejas, los abejorros y las mariposas tienen responsabilidad directa en la polinización del 75% de las especies vegetales cultivadas. Y tampoco hay que olvidar que los insectos representan la principal fuente de alimento para muchos otros animales, especialmente aves, que pueblan nuestros parques y calles.
En las ciudades, la vegetación de parques, jardines y viveros, pero también de balcones, arcenes y descampados, es el principal refugio para estos diminutos seres vivos. Un hábitat que, a priori, puede parecer hostil para ellos, pero que no lo es tanto, al ser la ciudad el entorno en el que está más restringido el uso de productos fitosanitarios o plaguicidas. De hecho, un reciente estudio publicado en la revista Nature Communications por científicos del Centro Alemán para la Investigación de la Biodiversidad (iDiv) concluye que las plantas polinizadas con mayor éxito se localizan en las ciudades, donde las flores son visitadas por los insectos con más frecuencia que en las zonas rurales, gracias a la variedad de especies vegetales y las buenas oportunidades de anidación.
Por sus efectos beneficiosos sobre el medioambiente, los expertos reclaman que las necesidades de estos pequeños seres vivos se tengan en cuenta en la planificación de nuevos parques. El tamaño de las zonas verdes, así como su gestión, selección de especies y distancia con otras áreas vegetales pueden ser determinantes para estos animales.
En ese sentido, la comunidad científica aconseja una gestión menos intensiva de las zonas verdes, reducir las siegas, apostar por los prados floridos frente a un césped cortado, que es menos útil para los insectos, y potenciar la plantación de especies autóctonas y resistentes.
Desde el Real Jardín Botánico (CSIC) señalan que en Madrid la conectividad entre zonas verdes permite el desplazamiento de los insectos con facilidad y su entrada al centro de la ciudad, por ejemplo, desde el monte de El Pardo o el Parque Regional del Sureste, a través de la Dehesa de la Villa o el Parque Lineal del Manzanares. Según esta institución, los entornos con mejores cualidades para atraer a insectos son los parques forestales situados en la periferia de la ciudad, como el monte de El Pardo, la Casa de Campo o el Soto de Viñuelas. Pero también existen localizaciones céntricas que cumplen un papel en este aspecto a pesar de su superficie más reducida, entre ellas parques y jardines como el propio Real Jardín Botánico o el Retiro, o los huertos ciudadanos.
La lucha biológica (también llamada control o protección biológica integrada) consiste en combatir determinadas plagas utilizando poblaciones de otras especies de insectos que son enemigas naturales de las primeras. Así, ante la sobrepoblación de insectos perniciosos, este sistema sostenible permite equilibrar el ecosistema liberando otra especie autóctona que ayuda a controlar la plaga.
En el vivero de Estufas, ubicado en el parque histórico del Retiro, son pioneros en las estrategias de protección biológica integrada, que empezaron a aplicar en 2006, siguiendo la experiencia previa de los viveros de París. Javier Spalla, responsable de este vivero municipal, nos cuenta que las plagas más recurrentes en Madrid son las de pulgones y cochinillas, contra las que varias veces en el año los técnicos de estas instalaciones hacen sueltas controladas de lo que denominan insectos auxiliares, que devoran a los dañinos.
El método que utilizan consiste en liberar insectos que ya están presentes en el medio de forma natural, nunca foráneos, en una estrategia que Spalla denomina “lucha aumentativa”. Y advierte que “es fundamental entender que la plaga no debe desaparecer nunca, sino que hay que encontrar un equilibrio beneficioso”.
Entre los insectos considerados aliados encontramos la estilizada Chrysoperla carnea, un estilizado “bicho verde” de grandes alas que se alimenta de pulgones, algo que también hacen determinadas especies de avispas y las mariquitas. Por su parte, el pequeño escarabajo llamado Cryptolaemus es un eficaz predador de cochinillas. Otro ejemplo de insecto beneficioso es el Anthocoris nemoralis o “chinche pirata”, que se usa para proteger al laurel y al peral.
La normativa vigente ha reducido de forma drástica la utilización de productos fitosanitarios o plaguicidas químicos, y Spalla aclara que “en los parques de Madrid se están aplicando estas estrategias, si bien se tiende más a la autorregulación”. “En las nuevas planificaciones urbanas –prosigue- se está teniendo todo esto en cuenta, plantando especies más resistentes y autóctonas y diseñando jardines más sostenibles”.
En el vivero municipal del Retiro ensayan con plantas de flor de temporada, vivaces, plantas de interior y exterior ornamentales para dar con las variedades más resistentes al clima madrileño y a las plagas. “La elección de la especie vegetal tiene mucho que ver con la estrategia de control biológico porque se escogen las que no tienen tantos problemas de cara a posibles plagas”, señala Spalla.
Este experto explica que se puede atraer a insectos beneficiosos “sin necesidad de liberarlos y correr el riesgo de que se vayan”. Para ello, basta con seleccionar y plantar en los jardines, junto al resto de especies vegetales, las llamadas “plantas reservorio” que, por ser aromáticas o por su polen, atraen específicamente a las especies de insectos beneficiosos que se necesitan. Dichos insectos se establecen en ellas y “las utilizan doblemente como refugio y como fuente de alimentación alternativa”, narra Spalla. Entre estos hábitats naturales se encuentran “determinadas plantas de flor, los ricinos, las caléndulas, el hinojo, que atrae a mariquitas, etc”, detalla el responsable municipal.
Un buen ejemplo de un nuevo parque diseñado y gestionado teniendo en cuenta los beneficios de los insectos es la Biblioteca degli Alberi (BAM) o Biblioteca de los Árboles, un gran espacio verde ubicado entre rascacielos y junto a la estación de tren Porta Garibaldi, en el corazón del gran proyecto de regeneración urbana de Porta Nuova, en Milán. El parque BAM es una suerte de jardín botánico de acceso libre, con una animada programación cultural y que une las calles que lo rodean. El parque se caracteriza por una gran variedad de especies vegetales distribuidas en una veintena de bosques circulares y senderos lineales que, al entrecruzarse, forman campos irregulares.
Petra Blaisse, fundadora del estudio holandés Inside Outside, al que se encargó el diseño de este espacio verde, confía en que su adecuado mantenimiento y uso contribuya a que “el estanque atraiga insectos, pájaros, ranas y sapos, e incluso peces y salamandras, si la gente no permite que sus mascotas se metan dentro”. También prevé que “el transcurso de las estaciones sorprenda al público con el canto de los pájaros, el sonido de abejas, abejorros, saltamontes y varios anfibios”.
Por su parte, Jana Crepon, paisajista del mismo estudio, apuesta por fomentar un equilibrio natural en los parques y “dejar a las lombrices que oreen la tierra, que las mariquitas ataquen a las moscas verdes y los pájaros y orugas combatan otras plagas”. La experta destaca la presencia en el diseño del parque BAM de “césped de tréboles, una planta que florece casi todo el año y atrae a muchos insectos”. “También la lavanda y otras plantas herbáceas aromáticas como las que encontramos en Francia e Italia –prosigue- les atraen, mientras que los jardines de bambú, si bien son menos interesantes para ellos, les proporcionan otros hábitats y refugio”.
La Fondazione Riccardo Catella, que se ocupa del mantenimiento del parque BAM, certifica el éxito de estas medidas de diseño. Y como prueba de ello, nos explican que en el parque abundan dos especies de escarabajo, el Staphylinidae y el Carabidae, que son considerados bioindicadores de un ambiente sano y habitable. Esta fundación está llevando a cabo distintas iniciativas para potenciar más aún la biodiversidad en el parque, desde plantaciones de rosales a otras especies menos habituales en jardinería, como las ortigas, que sirven de hábitat a los insectos. El resultado de todos estos esfuerzos es visible, con la presencia en el parque de distintas variedades de mariposas, mariquitas, abejas, hormigas, libélulas y un largo etcétera.
Muy cerca del parque BAM se encuentra el llamado Bosco Verticale, un icónico edifico del arquitecto de Stefano Boeri cuyas fachadas están cubiertas por una exuberante vegetación, complementando la biodiversidad del parque vecino, y también colaborando a la presencia de insectos beneficiosos. “Nosotros hemos hecho un bosque horizontal y él, uno vertical, pero forman parte de un único paisaje”, afirma Crepon. “Este lugar se ha convertido en una especie de oasis para los insectos de la ciudad”, concluye.
La búsqueda de la biodiversidad urbana, una de las señas de identidad de Madrid Nuevo Norte y de su plan de preservación de valores ambientales, incluye también aprovechar los beneficios para la ciudad de la presencia de insectos en sus zonas verdes, como parte de su estrategia de naturalización. Esto se complementa con otras medidas como el uso de especies vegetales autóctonas; la reducción de intensidades de siega; el fomento de las masas arbustivas y praderas de flores; o la creación de pequeños estanques y zonas de inundación estacional.