24 junio 2024
por Madrid Nuevo Norte
Imposible olvidar esa escena de Abre los ojos (Alejandro Amenábar, 1997) en la que un joven Eduardo Noriega recorre la Gran Vía de Madrid completamente desierta. Esta imagen pone los pelos de punta a cualquier espectador, y más después de que, durante los meses de confinamiento de 2020, la ficción se convirtiera en realidad. Pero la película de Amenábar no ha sido la única en transformar las calles de la capital en un plató de cine.
Rodajes que nos permiten viajar por lugares desconocidos sin salir de la ciudad o ver desde otro punto de vista las calles que recorremos cada día.
Madrid es una ciudad con multitud de espacios donde surge el arte, más allá de su teatros, museos y galerías hasta. Y muchos cineastas han escogido el gran escenario de sus calles, plazas y parques para situar sus películas, tanto por su ubicación e imagen característica como por sus facilidades para rodar.
En una serie de entrevistas organizadas por la Unión de Actores y Actrices, Raúl Torquemada, director de Madrid Film Office, el departamento del Ayuntamiento de Madrid que promociona y gestiona el uso de la ciudad como escenario cinematográfico, explicaba que «Madrid es una ciudad muy acogedora, y esto también se percibe en el caso de los rodajes. Creo que en general los vecinos los reciben con simpatía e interés». Según expresa este experto en Madrid y cine, los madrileños entienden el valor económico y cultural que tienen para la ciudad y la región su industria audiovisual y sus rodajes, «una actividad que crea una gran cantidad de empleos directos e indirectos», detalla. Y es que, solo en 2023, Madrid ha sido escenario de 41 películas, 55 series y más de 410 spots.
Una de las primeras películas del cine sonoro español tuvo Madrid como protagonista: El misterio de la Puerta del Sol (Francisco Elías, 1929), donde la cámara recorría las calles de la capital para narrar una farsa con tintes de comedia negra. A partir de entonces, el crecimiento del cine español vio muchas más veces a Madrid como plató de cine. Ya en los años 60 y 70 la ciudad fue escenario de infinidad de películas de todo tipo. Aún se recuerdan con especial cariño los largos protagonizados por Paco Martínez Soria, como La ciudad no es para mí (Pedro Lazaga, 1966), con la que el actor saltó a la fama. Mostraba la llegada a Madrid de un hombre sencillo que nunca había pisado la ciudad. La capital, aunque inabarcable al principio para el bueno de Agustín (Martínez Soria), se va convirtiendo poco a poco en un lugar acogedor y lleno de amigos. Memorable también, y de la misma época y director, es el largo Sor Citroën (Pedro Lazaga, 1967), donde una monja interpretada por Gracita Morales se sacaba el carné de conducir y recorría las calles del distrito de La Latina buscando donaciones para su convento.
Madrid no ha sido solo una de las ubicaciones preferidas para el cine español, sino que también numerosos cineastas internacionales han querido rodar aquí sus películas. Es el caso de Doctor Zhivago (David Lean, 1965), que hizo que el barrio de Canillas se convirtiera en Moscú durante unas semanas; Marco Antonio y Cleopatra (Charlton Heston, 1972), donde el río Tajo a su paso por la Comunidad de Madrid hacía las veces nada menos que del río Nilo; o Campanadas a medianoche (Orson Welles, 1965), rodada en gran parte en Carabanchel.
También de Carabanchel era Manolito Gafotas (Miguel Albaladejo, 1999), una de las películas que mejor ha retratado la vida de barrio obrero madrileño y que se rodó casi íntegramente en ese distrito. Manolito se grabó también en la capital, con títulos como La estanquera de Vallecas (Eloy de la Iglesia, 1987), que paradójicamente no se grabó en Vallecas, sino en la Plaza de San Ildefonso, en Malasaña.
Otra de las películas emblemáticas del cine muy madrileño es El día de la Bestia (Álex de la Iglesia, 1995), que ofrece una del Madrid más oscuro. Esta comedia negra sigue la historia de un cura (Alex Angulo) alarmado por el fin del mundo y cuyas aventuras le llevan, entre otras situaciones rocambolescas, a trepar por el icónico cartel de Schweppes o a las torres inclinadas de Plaza de Castilla. Álex de la Iglesia también utilizó Madrid, concretamente la Puerta del Sol, para rodar el delirante atraco que inicia en Las brujas de Zugarramurdi (2013).
El celebrado director manchego Pedro Almodóvar también ha tenido a Madrid como inspiración en varias de sus películas, dejándonos escenas en ubicaciones como Las Colmenas del Barrio de la Concepción en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984), el skyline madrileño del piso de Pepa (Carmen Maura) y la persecución en moto camino del aquel entonces Aeropuerto de Barajas (Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas) de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), el paseo nocturno por la Plaza Mayor de La flor de mi secreto (1995) o el piso de Vallecas de Raimunda (Penélope Cruz) en Volver (2005). Hoy en día, no es difícil ir a una sala de cine madrileña y encontrarse al director manchego sentado esperando disfrutar de una proyección, como hizo cuando visitó el Cine Doré en Dolor y gloria (2019).