21 enero 2022
por Madrid Nuevo Norte
Con el aumento de la esperanza de vida, la ONU estima que la población de más de 60 años se duplicará en 2050 con respecto a 2017 y superará los dos mil millones de personas. Esto, sumado a que actualmente la mitad de la población mundial vive en ciudades, un porcentaje que se elevará al 70% a mediados de este siglo, plantea la necesidad de revisar cómo se envejece en las urbes desde la perspectiva de la arquitectura y del urbanismo.
Por este motivo, resulta fundamental que las ciudades pongan el foco en ser accesibles e inclusivas para los diferentes segmentos de población, dentro de los cuales la población mayor ocupa un papel destacado, a la vista de esos datos. Y el compromiso de los nuevos desarrollos urbanos, que tienen un gran potencial para concebirse desde sus orígenes teniendo presente este aspecto, es fundamental.
Una idea que puede abordarse a varias escalas, desde las grandes intervenciones urbanas a actuaciones puntuales bajo el prisma de la arquitectura y la creación de comunidades bajo un mismo techo. Es el caso del Kampung Admiralty de Singapur, una construcción donde podemos encontrar usos mixtos pensados para la convivencia intergeneracional. Una auténtica ciudad en un solo edificio que cuenta con centro médico, un programa de actividades para mayores, supermercado, banco, comercios, servicio de cuidado de niños y espacios verdes.
Los nuevos desarrollos urbanísticos deben tener en cuenta desde la fase de planeamiento las necesidades específicas de todas las edades, y así lo hace Madrid Nuevo Norte, un proyecto que introduce el concepto de accesibilidad universal ampliada, un enfoque que va más allá de la ausencia de barreras arquitectónicas para procurar la igualdad de oportunidades de disfrutar del entorno urbano, independientemente de la edad o del género.
En su informe Cities Alive: designing for ageing communities, la firma internacional de consultoría e ingeniería Arup diferencia cuatro indicadores que determinan si un entorno urbano es amigable para los mayores: la posibilidad de desarrollar autonomía e independencia; la salud y el bienestar; la conectividad social; y seguridad y resiliencia. La autonomía de este segmento de población, además de pasar por la existencia de viviendas adaptadas y asequibles, viene muy marcada por la accesibilidad del transporte, la ausencia de barreras arquitectónicas (como escaleras, pendientes pronunciadas o aceras en mal estado), la abundancia de lugares de descanso y sombra, una señalética clara o tiempo suficiente para cruzar una calle.
Además de aprovechar la oportunidad que brindan los nuevos desarrollos, es también fundamental adaptar la ciudad ya existente para todas las personas, con el fin de que puedan realizar sus rutinas diarias.
Existen en el panorama internacional interesantes iniciativas y modelos desarrollados desde las instituciones públicas. Es el caso de las llamadas comunidades NORC (Naturally Occurring Retirement Communities) de Nueva York.
El término demográfico NORC se acuñó por primera vez en la década de 1980 para definir a los vecindarios urbanos en los que el 50% de los residentes tienen 50 años o más y han envejecido en el lugar. Se trata de un estatus administrativo que facilita toda una serie de recursos y soportes públicos enfocados a facilitar el envejecimiento en ese lugar. “Se crea una auténtica red de apoyo para organizar rutinas como la utilización del transporte, las compras diarias, las visitas al médico y, al mismo tiempo, esto puede atraer a nuevos residentes”, explica Elisa Mosquera, arquitecta española coautora del proyecto de investigación ‘Materia gris: una ecología de la salud integrada en la ciudad’, que arrancará el próximo año con el objetivo de analizar este tipo de comunidades y que ha merecido una beca de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
En esta misma línea, podemos encontrar otros ejemplos internacionales como es el caso de Manchester (Reino Unido), donde cuentan con los denominados barrios amigables con los mayores, que reciben líneas de financiación especiales por proyecto para promover la participación social y cívica de este segmento de la población y que así tome parte en las decisiones para mejorar su entorno urbano.
Para mejorar el ánimo, el estado físico y la salud de los mayores es especialmente importante contar con zonas verdes urbanas de calidad. Además de combatir el efecto isla de calor en las ciudades, algo que afecta especialmente a este sector vulnerable de la población, los parques pueden favorecer la socialización y la práctica de ejercicio, como es el caso de aquellos que incorporan máquinas exclusivas para la población de mayor edad. Hoy este tipo de parques son ya habituales en zonas verdes y plazas públicas de nuestras ciudades, pero hace casi dos décadas abrieron el camino a nivel internacional pioneros como Alemania, con el berlinés Preussen Park y, antes aún, China, donde desde 1995 se promueve por ley la construcción de gimnasios al aire libre en parques. Sólo en Beijing hay ya más de cuatro mil.
No debe olvidarse, que para muchos mayores que sufren trastornos cognitivos, pasear por la ciudad puede resultar una actividad de alto riesgo. Para evitar que esas personas se desorienten, existen los jardines de memoria o jardines terapéuticos. El Portland Memory Garden,en Oregón, es uno de los ocho jardínes existentes en los Estados Unidos diseñados específicamente para personas con desórdenes mentales asociados a la edad, especialmente alzheimer. Cuenta con plantas y flores propias de las cuatro estaciones que han sido elegidas “para estimular los sentidos y despertar recuerdos pasados”, según reza su web. Además, ofrece un recorrido totalmente accesible y circular con reconocibles indicaciones y referencias.