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Jardines verticales: fachadas que se cubren de verde

  • Sostenibilidad

Medianeras y fachadas sin valor arquitectónico son los lienzos preferidos por los biólogos e ingenieros que diseñan estos singulares ecosistemas verticales.

La selección de especies vegetales es fundamental para que un jardín vertical aporte valores medioambientales a la ciudad.

Estos jardines singulares se han hecho un hueco en el paisaje urbano de Madrid, algunos convertidos en auténticos iconos, como el de la plaza de CaixaForum.

 

En los últimos años, un innovador tipo de jardín se está abriendo camino en las fachadas e interiores de edificios representativos de nuestras ciudades: el jardín vertical. Se trata de un ingenio técnico y botánico que sorprende al espectador y cuya espectacularidad no deja indiferente a nadie. Más allá del efecto estético, este tipo de jardín aporta una bocanada de aire fresco al paisajismo urbano, permitiendo acercar la vegetación a superficies antes impensables, en ciudades cada vez más necesitadas de un manto verde.

El jardín vertical se ha hecho ya un hueco en el paisaje urbano de Madrid. Algunos de ellos se han convertido en auténticos iconos, como el situado en la plaza de CaixaForum o el que se eleva sobre la ciudad en el piso 50 de la Torre de Cristal, ambos obra del botánico francés del CNRS Patrick Blanc. El que se ubica en el céntrico hotel Santo Domingo se hizo en 2011 con el récord Guinness al jardín vertical más grande del mundo, con sus 1.026 metros cuadrados, y un total de 2.500 plantas, entre las cuales se incluyen ocho árboles de más de cinco metros de altura y 30 árboles pequeños.

 

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El emblemático jardín vertical de la plaza del Caixaforum, en el paseo del Prado.

 

Hoy exploramos otro aspecto menos conocido de este tipo de creaciones, de la mano de Ignacio Solano, biólogo y experto en jardines verticales: su valor biológico y la importancia de la adecuada selección de plantas para que aporten valor ambiental a la ciudad.

Solano es también autor de varias creaciones de récord, entre ellas, el considerado como el jardín vertical exterior más grande de Latinoamérica, plantado en un hotel de Bogotá, y uno de los más grandes de Europa situados en un interior, en un restaurante de Alcorcón. Para él, el interés de estas estructuras va más allá de lo puramente estético, y les asigna un valor biológico y social. También abandera el uso de plantas autóctonas en estas creaciones y que éstas ocupen la mayor superficie posible, para que actúen como auténticos biofiltros, se conviertan en santuarios de especies y atraigan a polinizadores.

 

jardin vertical mas alto latinoamerica bogota colombia ignacio solano SANTALAIA

El considerado el jardín vertical más alto de Latinoamérica, en el hotel Santalaia, Bogotá, es también uno de los más espectaculares. Foto: Paisajismo Urbano

 

Este experto destaca que “las infraestructuras verdes no siempre son coherentes y la mayor parte del paisajismo que se hace en las ciudades es a base de plantas exóticas”. En ese sentido, lamenta que “en un vivero de Buenos Aires te encuentras las mismas hortensias y begonias que en otro de Madrid”.  Su intervención en una fachada de la madrileña calle Montera huye precisamente de esto. Para este jardín se seleccionaron “plantas que crecen silvestres en la zona de Madrid para que, cuando maduren, se convierta en un reservorio botánico y atraiga a polinizadores”, asegura. A la hora de elegir las especies, la orientación del jardín vertical es importante. En Madrid, si la fachada mira al norte, este experto recomienda utilizar helechos autóctonos de la sierra de Madrid y especies de la misma familia que el orégano y el romero, las lamiáceas.

El experto considera que “el arquitecto tiene la obligación moral de incluir infraestructuras verdes de la manera que sea” y afirma que el jardín vertical es una herramienta más para hacer más sostenible el ecosistema humano, “que ahora mismo no está funcionando como debiera por problemas derivados de fenómenos como islas de calor, inundaciones, escasez de áreas verdes que retengan el agua, etc”, detalla. También reivindica que los jardines verticales pueden durar tanto como los horizontales, siempre que estén bien cuidados.

Solano apoya esta afirmación en que la verticalidad “se da en la naturaleza mucho más habitualmente de lo que creemos”, como ha podido experimentar de forma directa con su trabajo de campo en selvas latinoamericanas. Las llamadas plantas litófitas crecen en la naturaleza asociadas a la piedra, y se desarrollan en condiciones de verticalidad y con escasos aportes de agua, un hábitat bastante similar al de los jardines verticales. Este tipo de estructuras sustituyen la tierra natural por minerales disueltos en agua, lo que se denomina “cultivo hidropónico”.

 

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El jardín vertical de Torre Espacio se ubica en lo alto del rascacielos, a 240 metros de altura.

 

El biólogo destaca que, realmente, las plantas no necesitan tierra para crecer, sino lo que esa tierra les aporta, es decir, “un anclaje mecánico que les dote de sustento y aportarles una solución nutritiva que reúna los parámetros fisioquímicos que la planta necesita”.

Posiblemente por ese motivo, aunque hoy nos resultan sorprendentes e innovadores, los jardines verticales no son tan novedosos como pudiera parecer. Solano echa la vista a la Antigüedad y destaca que los célebres jardines colgantes de Babilonia podrían considerarse los primeros jardines verticales de la historia. Y señala que, aunque la naturaleza y la arquitectura han estado vinculadas durante siglos, ya en la era contemporánea “hubo un momento a partir de la revolución industrial en el que nos desvinculamos de la naturaleza”. Para este experto, no hay duda del camino a seguir: “el futuro pasa por volver a esa vinculación”.

 

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¿Los jardines colgantes de Babilonia, el primer jardín vertical? Grabado alemán de 1886 con una recreación de esta “maravilla del mundo”.

22 enero 2020

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Madrid Nuevo Norte


22 enero 2020

por Madrid Nuevo Norte