26 junio 2020
por Madrid Nuevo Norte
Además de los beneficios medioambientales, paisajísticos y de ocio, las cubiertas vegetales aportan ventajas constructivas.
Introducir este recurso a gran escala contribuiría a aumentar las superficies verdes en las ciudades y a reducir los niveles de contaminación.
Al pensar en las zonas verdes de una ciudad nos vienen a la cabeza parques, jardines, bulevares… pero no solemos incluir en esa lista a los jardines verticales, a los que ya dedicamos un post recientemente, ni tampoco a las cubiertas vegetales, un fenómeno aún poco extendido en España, pero que empieza a abrirse hueco.
Elisabeth Contreras es ingeniera agrónoma, paisajista y vicepresidenta de la Asociación Española de Cubiertas Verdes y Ajardinamientos Verticales (ASESCUVE), una entidad que promueve que se extienda el uso de este recurso, dándolo a conocer y enseñando buenas prácticas a los profesionales involucrados en su instalación. Esta experta define la cubierta vegetal como “un sistema constructivo que sustituye una azotea pavimentada por una zona verde que reproduce la naturaleza, sea en la planta octava de un edificio o encima de un parking”.
La introducción de vegetación en las cubiertas aporta beneficios desde múltiples puntos de vista, lo que convierte este sistema en una solución muy atractiva, no sólo para el medioambiente sino también por el ahorro que representa. Y es que, además de las ventajas para el medio ambiente y para el paisaje urbano, estos jardines mejoran la eficiencia energética de los edificios y son un aliciente para las personas que disfrutan de nuevos espacios verdes, surgidos en espacios que tradicionalmente estaban desaprovechados y olvidados.
Son muchos los aportes de estos jardines elevados al medioambiente. La evapotranspiración de la vegetación que introducen disminuye la temperatura ambiente y reduce el denominado efecto “isla de calor” en las ciudades. Además, cuando se usan a gran escala, las cubiertas vegetales ayudan a regular el ciclo urbano del agua, ya que retienen una parte del agua de lluvia y la liberan poco a poco para que llegue gradualmente a la red de alcantarillado, evitando que se colapse si llueve con intensidad.
Contreras apunta que, dependiendo del tipo de vegetación que se plante, se pueden lograr otros efectos colaterales: desde favorecer la biodiversidad y “conseguir que haya distintas especies de insectos y pájaros que habiten y repueblen una zona”, hasta favorecer la economía circular y la producción de alimentos: “Hay comunidades de vecinos que han hecho en la cubierta común un huerto y elaboran compost reaprovechando la materia orgánica, cerrando así el ciclo de beneficios”, explica esta experta.
También la construcción del edificio sale beneficiada de estas azoteas verdes, ya que “protegen la impermeabilización del edificio, además de amortiguar las diferencias térmicas que hay en la superficie”. Más allá de eso, incluso el sustrato de tierra y la propia vegetación sirven de ayuda al aislamiento sonoro “hasta en dos pisos por debajo de la planta cubierta”, según la vicepresidenta de ASESCUVE.
En el plano social, las ventajas radican en favorecer el contacto con la naturaleza y el disfrute de zonas ajardinadas, aprovechando superficies antes olvidadas para ese uso, algo que tiene claros beneficios para la salud y las relaciones interpersonales. Son aspectos estos que recientemente se han puesto en valor más que nunca, a raíz de las circunstancias que hemos vivido en los últimos meses con la crisis sanitaria del covid-19. Por eso, según Contreras “hay que apostar por instalarlas en centros de cuidados como residencias, hospitales, colegios, universidades y centros sociales”, además de hacerlo en comunidades de propietarios y en otros edificios de uso colectivo.
Elisabeth Contreras asegura que “si el edificio técnicamente aguanta el peso, puedes construir el jardín que quieras”. Las más ligeras y que requieren menos mantenimiento se llaman cubiertas extensivas y se suelen asociar a plantas que necesitan menos consumo de agua, especialmente especies de crasas o suculentas, cuyas hojas retienen agua para aguantar largos periodos sin riego. Sin embargo, advierte que “este no es el tipo de vegetación que más favorece la reducción del efecto de isla de calor, pues no evaporan cuando hace calor”. En cambio “las de tipo prado, compuestas por vivaces, gramíneas y aromáticas, gracias a un mínimo riego, evapotranspiran y reducen la temperatura”, explica.
Otra opción son las cubiertas intensivas, a menudo transitables y que pueden incluir árboles de todo tipo, “como por ejemplo olivos, encinas y palmeras”. Eso sí, evitando especies que desarrollen raíces muy agresivas “como las que suelen vivir cerca de los ríos, tipo chopo, mimosa y bambú”, puntualiza Contreras, ya que podrían afectar a la estructura del edificio.
También es interesante “escoger plantas autóctonas y tener en cuenta el listado de invasoras de la zona, para evitar especies que afecten al entorno inmediato, ya que en estas cubiertas suele hacer mucho viento y la difusión de las plantas puede ser importante”, observa la experta.
A lo largo del mundo encontramos impresionantes ejemplos adaptados a las singularidades de cada zona. Alemania es el país con más cubiertas vegetales del mundo, y también abundan en los países nórdicos, Suiza y Holanda, así como en Estados Unidos, Japón o Singapur.
Algunos jardines destacan por su reto técnico, como la cubierta del National Campus for the Archaeology of Israel, en Jerusalén, cuyo jardín está totalmente preparado para el clima extremo de la zona. Otros ejemplos llaman la atención por su diseño arquitectónico. Es el caso de la estadounidense California Academy of Sciences, que proyectó Renzo Piano en 2008 con sus características siete colinas cubiertas de millones de plantas autóctonas. También es distintiva la explanada verde para el esparcimiento de los usuarios de la biblioteca de la Delft University of Technology (Países Bajos), con su inconfundible tragaluz con forma de cono, un conjunto diseñado por el equipo de arquitectos holandeses Mecanoo.
La cubierta de la planta de producción de energía CopenHill, en Copenhague, acoge un espectacular jardín inclinado que sirve de pista de esquí. El diseño es del famoso estudio de arquitectura danés BIG.
Ciudades como Londres cuentan con numerosos puntos verdes elevados en sus mapas urbanos. también Nueva York, que es punta de lanza de la transformación de extensas azoteas en huertos urbanos. En Japón nos encontramos con impresionantes ejemplos de integración de cubiertas vegetales en espacios de usos mixtos, como el ACROS Fukuoka International Hall del argentino Emilio Ambasz, en la ciudad de Fukuoka, o el centro comercial Namba Parks, en Osaka.
Ya en nuestro país, algunos de los ejemplos más destacados de cubiertas vegetales se pueden encontrar en Madrid. El más extenso de la capital es actualmente el conjunto de azoteas verdes de la ciudad financiera del Banco Santander, en Boadilla del Monte, un tapiz de algo más de 25.000 metros cuadrados de superficie, con profusión de plantas aromáticas. En el corazón de la ciudad, Mercadona ha instalado cubiertas verdes en varios edificios de viviendas cuyo patio central está ocupado por este supermercado, una iniciativa que alegra las vistas desde las ventanas de los vecinos que lo rodean.
También se han tapizado de verde azoteas de edificios de usos tan dispares como el hospital Infanta Leonor, en Vallecas, el céntrico edificio Canalejas y el Centro Cultural Eduardo Úrculo, en Tetuán, entre otros.
En cuanto al futuro, la vicepresidenta de ASESCUVE valora muy positivamente el hecho de que Madrid Nuevo Norte contempla la implantación de cubiertas verdes dentro de su estrategia de naturalización del entorno urbano, contribuyendo a crear sistemas de drenaje urbanos sostenibles. “Es fantástico, porque puedes trabajar a escala de barrio”, destaca. Según hace notar esta experta, los efectos beneficiosos de una sola cubierta vegetal en una única vivienda se extienden a sus usuarios y a su radio más inmediato. Por el contrario, si se extiende y se fomenta desde el urbanismo a mayor escala, “la reducción del nivel de contaminación y la retención de partículas son mayores. A escala urbana es donde tiene más sentido”