18 marzo 2024
por Madrid Nuevo Norte
La fisonomía de nuestros entornos está cambiando por distintos motivos relacionados, entre otros, con la transformación del sector de la construcción y el urbanismo. Las grandes ciudades están llevando a cabo procesos de transformación urbanos con el reto de hacerlas más humanas. Según datos de la ONU, actualmente más de la mitad de las personas ya viven en ciudades, y esta cifra seguirá aumentando hasta llegar al 66% para 2050.
En un contexto expansionista como el actual, aflora una certeza: los ciudadanos exigen participar de las decisiones y de la dirección en la que se transforman nuestras ciudades. El momento de valorar y priorizar lo que necesitamos en los próximos años ha llegado: decidir cómo son los lugares que habitamos, qué infraestructuras deben tener o qué mobiliario urbano resulta indispensable. El desarrollo de las ‘ciudades del futuro’ pasa por la armonía con el medio natural, la biodiversidad y por el aprovechamiento de la tecnología para hacer ‘smart cities’, pero también por una planificación que ofrezca soluciones a problemas sociales y se centren en el bienestar de sus habitantes. Esos espacios donde conviven millones de personas deben construirse a partir de las opiniones y decisiones públicas de la propia ciudadanía.
La idea de dar voz a los ciudadanos para que participen en el diseño de sus entornos es una tendencia que cobra cada vez más fuerza. Lo que ocurre en las ciudades nos afecta directamente, tanto en sentido positivo como en el negativo. Por esta razón, la participación ciudadana es un elemento clave en la construcción de ciudades adaptadas a las necesidades actuales y futuras. Involucrar al vecindario en la toma de decisiones sobre aspectos de su interés puede llevar a que disfrutemos de ciudades más cercanas, sostenibles y adaptadas.
De hecho, la Agenda 2030 promueve un enfoque multinivel y multiactor para asegurar una participación inclusiva en la definición, seguimiento y evaluación de diferentes políticas. Este enfoque aborda todos los grados de responsabilidad y competencias de la administración, garantizando la participación de todos los actores involucrados. Además, busca integrar y abordar el conjunto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), reconociendo su interconexión y complementariedad. Asimismo, fomenta una visión inclusiva que va más allá de las barreras convencionales entre diferentes áreas de estudio, habilidades y sectores, promoviendo un enfoque completo y eficiente hacia un desarrollo sostenible y justo.
La colaboración de la ciudadanía en las decisiones urbanísticas asegura unas intervenciones públicas más eficientes, puesto que éstas se adecúan a las necesidades y demandas de quienes van a habitar los entornos sobre los que se actúa. Y, además permite integrar una diversidad que hasta ahora no se ha contemplado en las decisiones públicas.
Jane Jacobs, urbanista y defensora de la participación ciudadana en el diseño urbano, resuena poderosamente cuando hablamos de la importancia de involucrar a los ciudadanos en la planificación de las ciudades. Para Jacobs, la esencia misma de una comunidad radica en la diversidad y en la interacción orgánica entre sus habitantes y su entorno. Su obra “Muerte y vida de las grandes ciudades», recuerda que son los propios ciudadanos quienes poseen un conocimiento íntimo de sus barrios y vecindarios, y que este conocimiento debe ser valorado y aprovechado en el proceso de toma de decisiones urbanísticas. En este sentido, la colaboración ciudadana no solo garantiza una mayor eficiencia en las intervenciones públicas al alinearse con las necesidades reales de la comunidad, sino que también enriquece la vida urbana al integrar una diversidad de perspectivas y experiencias que, de otro modo, podrían pasarse por alto en las decisiones públicas tradicionales.
Es fundamental adoptar una perspectiva renovada, lo que requiere una visión más amplia. De hecho, este proceso de ampliación de horizontes ya está en marcha. Por ejemplo, la plataforma de participación ciudadana Decide Madrid, impulsada por el Ayuntamiento de Madrid, permite la valoración de distintas iniciativas de diálogo ciudadano, para crear unos presupuestos municipales participativos y a través de la cual la ciudadanía puede presentar sus proyectos.
Otro ejemplo de llamada a la implicación vecinal no es otro que la configuración de Madrid Nuevo Norte, que mantiene abiertas distintas iniciativas en las que la población puede implicarse y participar. Se trata de la primera actuación urbanística a gran escala en apostar por una participación ciudadana sistematizada.
Y es que la participación ciudadana en los procesos urbanísticos no es simplemente una opción, sino una necesidad en la construcción de las ciudades. Implica involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones que impactarán directamente en la configuración y el desarrollo de sus comunidades. Al abrir espacios para que los ciudadanos participen activamente en la planificación urbana, se promueve un sentido de pertenencia y responsabilidad hacia el entorno en el que viven. Además, esta participación asegura que las políticas y proyectos urbanísticos sean más pertinentes y efectivos, ya que están informados por las experiencias y conocimientos de quienes mejor conocen sus propias realidades.