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Torres Blancas: cuando la naturaleza se dibuja en hormigón

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  • Por su diseño singular y vanguardista, es sin duda uno de los edificios más reconocibles del skyline madrileño y una de las obras maestras de Francisco Javier Sáenz de Oíza.
  • Con sus formas curvas y su estructura de hormigón visto, el arquitecto quiso crear un edificio que creciera orgánicamente, como un árbol, conectado por ascensores, escaleras y balcones.

En el barrio de Prosperidad, en plena Avenida de América, encontramos una construcción singular que llama la atención por encima del resto. Más allá de su altura, su particular diseño lo convierte en uno de los edificios más reconocibles del skyline madrileño. Torres Blancas, ideado en 1961 y construido entre 1964 y 1969, fue un proyecto del arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza, quien contó con la participación de los ingenieros Carlos Fernández Casado y Leonardo Fernández Troyano.

El edificio es un ejemplo de arquitectura organicista, es decir, aquella que potencia la armonía entre las formas de la naturaleza y el hábitat humano. Es considerado por muchos como el mejor ejemplo en España de este estilo arquitectónico, ya que, pensada para ser una torre de viviendas en altura, esta construcción rompió con las convenciones de la arquitectura residencial hasta entonces imperantes en nuestro país.

Se trata de una torre de 71 metros de altura con una estructura levantada a base de cilindros rodeados en todo su perímetro por terrazas. Una disposición que Oíza ideó para que el edificio creciera orgánicamente, como un árbol, conectado por ascensores, escaleras y balcones de madera curvos que representan las hojas de las ramas. En la parte alta, la coronación del edificio se expande, simulando la copa del árbol a través de plataformas circulares en voladizo. Son algunos de los recursos utilizados por Oíza para establecer un diálogo entre paisaje y arquitectura. «Un árbol que parte desde el suelo. No sabes si alguien sube o baja. Tan importante es la parte superior como la inferior», afirmaba Sanz de Oíza en uno de sus reconocidos discursos.

Torres blancas

Pie de foto: La originalidad del edificio también se aprecia en su interior Fuente: COAM

Según publica la Dirección de Patrimonio Cultural y Paisaje Urbano del Ayuntamiento de Madrid, «se trata de una torre de hormigón visto donde los pilares y las vigas han sido sustituidos por muros portantes que persiguen un planteamiento de solidez y resistencia, permitiendo insospechadas fórmulas expresivas». El uso innovador del hormigón para construir la fachada permitió a Francisco Javier Sáenz de Oíza desarrollar formas curvas, evitando las líneas rectas convencionales. La torre se divide en un total de veintitrés plantas de oficinas y viviendas, con una adicional en lo alto y dos más en el sótano, una de acceso y otra para instalaciones generales entre las plantas 21 y 22. Integra diferentes tipos de viviendas, desde apartamentos hasta dúplex y pisos (algunos de ellos de hasta 200 m2), además de una azotea con una serpenteante piscina rodeada de jardines.

Especial tanto por fuera como por dentro

El interior del edificio es igual de original que su exterior. Al entrar, los visitantes son recibidos por un amplio vestíbulo decorado con madera y mármol. La leyenda, tal vez difundida por el mismo arquitecto, asegura que Oíza diseñó ese hall del edificio, caracterizado por techos bajos que parecen gigantescos dientes, durante un terrible dolor de muelas. Sea como fuere, ese impresionante espacio interior actúa como una gran presentación del resto del edificio, donde la luz natural juega un papel clave.

Grandes ventanales y balcones circulares permiten la entrada de luz en abundancia, creando una atmósfera cálida y acogedora. Cada vivienda está diseñada para maximizar el espacio y la luz natural, con planos abiertos que conectan las diferentes áreas de la vivienda de manera fluida. Las paredes curvas y las ventanas de suelo a techo no solo ofrecen vistas panorámicas de Madrid, sino que también contribuyen a la sensación de amplitud y libertad.

Torres blancas

Pie de foto: Escaleras con formas originales. Autor: Manolo Yllera.

Originalidad al servicio de la creatividad

Torres Blancas encarna la idea de unir aspectos funcionales, resistentes y estéticos en su estructura, alejándose de los recursos clásicos. La elección de su diseño no solo le otorgó al edificio una estética distintiva, sino que también demostró cómo los materiales modernos pueden ser utilizados de manera creativa y efectiva en la arquitectura contemporánea. Como ejemplo de su originalidad omnipresente desde su concepción, el edificio contaba con un montaplatos que iba desde el restaurante de la última planta a todas las viviendas, en una suerte de sistema delivery para las acomodadas viviendas, décadas antes de la aparición de los servicios de entrega de comida a domicilio en Madrid.

Por su singularidad, no es extraño que Torres Blancas forme parte de la cultura popular madrileña y haya sido elegido por cineastas de la talla de Pedro Almodóvar para rodar escenas de La piel que habito o Alejandro Amenábar para grabar secuencias de Abre los ojos. Más allá de la gran pantalla, el edificio también ha sido fuente de inspiración para artistas como el pintor Antonio López, quien creó una de sus obras más conocidas de la capital, Madrid desde Torres Blancas, 1974-82, desde lo más alto del edificio. Este cuadro captura una perspectiva única de la ciudad, consolidando aún más la relevancia cultural y artística del emblemático edificio.

15 julio 2024

Autor

Madrid Nuevo Norte


15 julio 2024

por Madrid Nuevo Norte