El Manzanares: el río que reinventó Madrid

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  • La renaturalización del río demostró que incluso en plena urbe es posible recuperar ecosistemas.
  • La transformación del río es una lección de cómo convertir infraestructuras obsoletas en espacios que unen barrios, mejoran el clima urbano y reivindican el valor social de los ríos.

Desde su nacimiento en la Sierra de Guadarrama hasta su encuentro con el Jarama, el río Manzanares ha escrito la historia de Madrid. Durante siglos, este modesto curso de agua marcó el límite sur de Madrid, inspiró a artistas como Goya y fue escenario de tradiciones populares que aún resuenan en la memoria colectiva. Aunque discreto en caudal, su presencia ha sido constante, como un hilo de agua que ha acompañado el crecimiento y la evolución de Madrid.

Actualmente el río Manzanares se ha convertido en una pieza clave del nuevo urbanismo madrileño. Su recorrido atraviesa parques, conecta barrios y ofrece espacios donde naturaleza, cultura y vida cotidiana conviven en equilibrio. Desde los bosques de El Pardo hasta los distritos del sur, el río se despliega como un corredor ecológico y social que invita a descubrir una ciudad más abierta, más verde y más conectada. Este río se ha convertido en el eje de un nuevo modelo urbano, donde el paisaje natural y el diseño de la ciudad dialogan en perfecta armonía. Recorrer sus márgenes es asomarse a una historia de reencuentro donde la de una ciudad que ha vuelto a mirar a su río y ha encontrado en él una guía para construir un futuro más habitable y sostenible.

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El río desde el norte

Al norte de la ciudad, el río Manzanares atraviesa uno de los entornos forestales mejor conservados de Europa: el Monte de El Pardo. En este tramo, el cauce discurre casi en estado natural, envuelto por fresnedas, encinares y alamedas que conforman un paisaje ribereño de gran valor ecológico. Se trata de una Zona de Especial Conservación, refugio para numerosas especies como garzas reales, milanos negros, corzos o incluso el escurridizo tejón. El río conserva un carácter silvestre que sorprende por su cercanía al entorno urbano. La senda que acompaña al Manzanares a través del Monte de El Pardo se ha consolidado como una de las rutas más valoradas por caminantes, ciclistas y amantes de la naturaleza. Desde sus miradores naturales es posible avistar aves rapaces o dejarse envolver por el rumor del agua entre la vegetación. Este corredor ambiental actúa como una gran arteria verde que conecta directamente la Sierra de Guadarrama con el corazón de la ciudad, favoreciendo la biodiversidad y ejerciendo una función reguladora del clima.

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La adaptación a la ciudad

A medida que el río Manzanares se aproxima al centro, cambia su apariencia. Entra en Madrid convertido en un parque lineal de más de 10 kilómetros que ha transformado antiguos márgenes asfaltados en una sucesión de zonas verdes, espacios deportivos, áreas culturales y enclaves históricos. El proyecto Madrid Río representa una de las intervenciones urbanas más significativas de las últimas décadas, pues la recuperación del espacio permitió eliminar el tráfico rodado de la M-30 en superficie y dio paso a un entorno accesible, transitable y lleno de vida. Desde el Puente de los Franceses hasta el Nudo Sur, el río pasa junto a lugares emblemáticos como el Puente de Segovia, Matadero Madrid o la Casa del Reloj. Uno de los aspectos más llamativos del proyecto fue la renaturalización del cauce, donde gracias al descenso del nivel del agua y la eliminación de compuertas se favoreció la recuperación de especies vegetales y animales. El río, antes encauzado, volvió a ser hábitat.

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El río hacia el sur

En su tramo sur, el río Manzanares continúa su recorrido atravesando barrios como Usera, Villaverde o San Fermín. Allí se encuentra el Parque Lineal del Manzanares, una de las zonas verdes más extensas del sur de la ciudad. Diseñado por el arquitecto Ricardo Bofill, este parque integra grandes perspectivas, esculturas monumentales y espacios pensados para el encuentro vecinal. Entre sus elementos más singulares se encuentra la Dama del Manzanares, una escultura de 13 metros que se ha convertido en símbolo del parque. A su alrededor, se despliegan huertos comunitarios, miradores, carriles bici y zonas de juego, en un entorno que busca integrar paisaje, arte y vida urbana. En los últimos años, este tramo del río ha sido objeto de nuevos esfuerzos de restauración ecológica con la plantación de especies autóctonas, recuperación de humedales y creación de itinerarios naturales. Todo ello contribuye a reforzar el papel del río como corredor ambiental y social.

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El río como columna vertebral

A lo largo de su recorrido, el río Manzanares actúa como una columna vertebral que articula paisajes y barrios. Desde el entorno forestal de El Pardo hasta los paisajes urbanos del sur, el río conecta espacios diversos con un hilo continuo de agua, vegetación y vida ciudadana. El río se ha convertido en un lugar de paso y también de permanencia en el que confluyen corredores escolares, rutas ciclistas, actividades vecinales y propuestas culturales. Gracias a su recuperación, el Manzanares también ha ganado valor como infraestructura verde ya que actúa como regulador climático, como vía de conexión ecológica y como espacio de mejora de la calidad del aire y del suelo. Su influencia se extiende más allá del agua, impactando positivamente en el entorno urbano. La transformación del Manzanares ofrece una referencia para los nuevos desarrollos urbanos donde integrar el río en la vida cotidiana, respetar su dinámica ecológica y activar su potencial social son acciones que inspiran otras actuaciones en la ciudad.

Caminar hoy junto al río Manzanares permite entender cómo una ciudad puede transformarse desde su geografía. Un río que estuvo fuera del foco ha encontrado su lugar como protagonista, demostrando su capacidad para renovar el vínculo entre ciudad, naturaleza y ciudadanía.

11 agosto 2025

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Madrid Nuevo Norte


11 agosto 2025

por Madrid Nuevo Norte