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Reales Fábricas: tres siglos de historia de la industria madrileña

  • Madrid

Fundada por Felipe V, la Real Fábrica de Tapices fue la primera manufactura real madrileña. Sigue en funcionamiento, al igual que la Real Fábrica de Cristales de La Granja.

En Madrid hubo reales fábricas destinadas a objetos de uso común, como las textiles, y con fines estratégicos, como las de armas y pólvora. Pero la capital sobre todo aglutinó manufacturas especializadas en productos de lujo.

 

Reales Fábricas

 

En España llegaron a existir más de veinte reales fábricas, de las cuales sólo dos se mantienen hoy en funcionamiento. Su importancia no se limitó a la altísima calidad de los objetos producidos, sino que entró en el terreno de lo económico, ya que fueron germen de la empresa pública e impulsoras de una incipiente modernización industrial.

Sólo dos de estas instituciones han sobrevivido y funcionan en la actualidad: la Real Fábrica de Tapices, en la capital, y la Real Fábrica de Cristales de La Granja, en la provincia de Segovia, refundada a finales del XX. Ambas merecen una visita, ya que en ellas el visitante puede no sólo conocer la labor artística y artesana de todos sus casi tres siglos de existencia sino conocer de primera mano las técnicas históricas, e incluso ver la fabricación de tapices y el moldeado de figuras de vidrio en directo.

Felipe V, el primer rey de la dinastía borbónica, heredó de sus predecesores un país en una situación económica y financiera ruinosa. En la segunda década del siglo XVIII, la industria española aún dependía de una estructura gremial heredada de la Edad Media que se encontraba en pleno declive. El nuevo monarca quiso entonces imitar la política económica proteccionista que había implantado en Francia su abuelo, el rey Luis XIV, y creó las manufacturas reales. De esta manera, convirtió al Estado en empresario y en uno de los principales motores del cambio de modelo hacia una industria nacional moderna, que, aunque muy incipiente, ayudaría a limitar la dependencia exterior.

Las Reales Fábricas se crearon para cubrir distintas necesidades: algunas con fines estratégicos, como las de armas y pólvora; otras para la fabricación de objetos de uso común, como las textiles; pero también varias de ellas especializadas en productos de lujo, que rivalizarían con las manufacturas de otras monarquías europeas.

Estas nuevas manufacturas regias se ubicaron dispersas por diferentes zonas de la geografía española, pero las especializadas en artes decorativas y productos de lujo se instalaron principalmente en Madrid y sus alrededores, cerca de los palacios y reales sitios, según nos explica Antonio Sama, conservador de la Real Fábrica de Tapices. De hecho, una de estas manufacturas, la Real Fábrica de Paños, motivó la creación de la localidad de San Fernando de Henares, al planificarse todo un pueblo en torno al conjunto industrial. Dentro de la capital, algunas de las principales fábricas, de productos tan variados como el salitre para la pólvora, el tabaco, carruajes o productos de mercería (“holandillas y bocacíes”), se ubicaron en torno al barrio de Embajadores.

Además de impulsar las nuevas fábricas reales, tanto Felipe V como sus sucesores otorgaron el título de Real a algunas manufacturas que ya existían previamente, como la de platería, la de papeles pintados o la de relojes.

 

Reales Fábricas

Los telares de la Real Fábrica de Tapices siguen hoy en funcionamiento. Foto: Getty

 

La más antigua de todas sigue activa

La Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara fue la primera manufactura real que se estableció en Madrid. Fue fundada por Felipe V en 1721, surge por la necesidad de proveer de tapices a la corte madrileña, “porque los tapices flamencos dejaron de exportarse a España cuando los Países Bajos quedaron desligados de la Corona, tras la Guerra de Secesión”, nos cuenta su conservador.

Cuando el Rey quiso crear esta fábrica, no había artesanos especializados en tapices en España por lo que una familia flamenca, los Van Der Goten, se hizo cargo de su puesta en marcha y dirección. Al principio, los tapices se crean partiendo de cartones flamencos, pero a partir de 1775 se impondrá un estilo más español, con escenas costumbristas creadas por pintores españoles como Francisco de Goya.

En 1889, se traslada de la calle Sagasta al sur del Retiro, entonces las afueras de Madrid. La fábrica sobrevivió a lo largo de siglos gracias a la protección de la Corona, “y también por poder trabajar para clientes privados”, destaca Sama. Ya en 1996, el gobierno crea un patronato para reflotarla. Hoy en día está en plena actividad y sigue elaborando alfombras y tapices de forma totalmente manual, con las antiguas técnicas. No en vano uno de sus propósitos es conservar y potenciar los oficios centenarios, para que no se pierda el patrimonio textil español.

 

Reales Fábricas

El Museo Tecnológico del Vidrio, en el recinto de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, exhibe piezas históricas y también de diseño moderno.

 

Real Fábrica de Cristales de La Granja

También fue Felipe V el responsable de la creación en 1727 de esta manufactura, en un principio para abastecer al Real Sitio de La Granja de San Ildefonso de vidrios para ventanas y de espejos, aunque gradualmente fue incorporando mejoras en sus técnicas y en la variedad de los productos fabricados. A lo largo de los siglos XIX y XX, su producción se detuvo en varias ocasiones, y otras tantas veces se volvió a retomar. La Real Fábrica echó el cierre por última vez 1963, quedando el edificio totalmente abandonado.

Hubo que esperar a 1982 para su revitalización, fecha en la que se  constituye la Fundación Centro Nacional del Vidrio para recuperar su imagen original, así como su tradición vidriera. La Real Fábrica vuelve entonces a la vida con la creación de la Escuela de Vidrio, un centro de investigación y documentación histórica dedicado al vidrio, y con el Museo Tecnológico, donde se pueden admirar muestras artísticas históricas y modernas de vasos, copas, botellas decoradas, jarrones, y un largo etcétera.

La Real Fábrica también ofrece también al visitante un espectáculo de excepción, ya que la institución permite presenciar en directo la habilidad de los artesanos moldeando con precisión el vidrio fundido al rojo vivo, para crear figuras imposibles en cuestión de segundos.

 

Reales Fábricas

Las instalaciones y espacios de la Real Fábrica de Cristales se pueden visitar, e incluso presenciar el trabajo de los maestros artesanos.

 

Tabaco, aguardiente y salitre en Lavapiés

Las reales fábricas activas son, lógicamente, las más conocidas, pero fueron igualmente importantes otras muchas manufacturas de Madrid y sus alrededores que desaparecieron a lo largo de los siglos. De algunas no han sobrevivido más restos que las piezas en ellas fabricadas. De otras, queda en pie el conjunto arquitectónico que las albergaba. Ese es el caso del edificio de la Real Fábrica de Tabaco y Rapé. Su inmueble se usó con anterioridad para otra real fábrica, la de Aguardientes y Naipes, que centralizaba la manufactura de productos monopolizados por el Estado. Entre estos productos, llamados “estancados”, se incluían las barajas de juego, el plomo y el papel timbrado.

Cuando el Estado privatizó la fabricación del anís y de las barajas, José Bonaparte reconvirtió dicho edificio para abastecer de tabaco la capital. Su plantilla estuvo formada fundamentalmente por mujeres, las famosas cigarreras. En el año 2000 cesó completamente su actividad productiva debido a la privatización del sector, y tras mucho tiempo sin uso, hoy alberga el centro cultural y de arte La Tabacalera.

La madrileña calle del Salitre debe su nombre a la antigua fábrica de esta sustancia salina, que es uno de los principales componentes de la pólvora. Bajo el auspicio de Carlos IV, la Real Fábrica de Salitre abrió sus puertas en 1785. La extensión del conjunto industrial y sus depósitos de sal abarcaba gran parte del actual barrio de embajadores, que recibió el nombre de “barrio del Salitre”. Hay constancia de que más de 1.500 operarios llegaron a trabajar en la producción de salitre, que dependía a su vez de otra real fábrica, la de Filtraciones de Lejía, un producto necesario para fabricarlo.

 

La fábrica que iluminó Madrid

También en 1788, Carlos III impulsó la fundación la Real Fábrica de Cera, para la iluminación de los reales sitios, aunque a partir de 1801 su producción de velas se abrió a todo tipo de clientes. Hoy sólo se conserva su fachada neoclásica, en el número 10 de la calle de La Palma. Fue saqueada por las tropas francesas y, aunque Fernando VII intentó reactivarla, la iluminación con gas y más tarde la implantación del suministro eléctrico hicieron cada vez menos rentable la producción de velas y la fábrica acabó por echar el cierre.

 

Porcelana fina y mosaicos en los jardines del Buen Retiro

Fue también Carlos III el promotor de la Real Fábrica de Porcelana del Buen Retiro, apenas un año después de la creación del Real Laboratorio de Mosaicos y Piedras Duras en el mismo recinto del Buen Retiro, la cual llegó a altas cotas de calidad en las imágenes creadas combinando mármoles y otras piedras veteadas. Para lograr la calidad de porcelana que el rey deseaba, hizo traer hasta una ermita en los jardines del Buen Retiro materiales, moldes, diseños y hasta artesanos de la fábrica napolitana de Capodimonte. Conocida popularmente como La China, fue destruida por una explosión en plena guerra de la Independencia.

Fernando VII quiso recuperar la fabricación de porcelana y en 1817, que llegó a tener como directores a los célebres hermanos ceramistas Zuloaga, y acabó dedicándose en exclusiva a la producción de azulejos.

 

Platería de Martínez, el recuerdo de una plaza y una fuente

De la Escuela de Platerías y Máquinas puesta en marcha en 1778 por el platero aragonés Antonio Martínez salieron objetos de plata que formarían parte de colecciones reales y de la nobleza. Desde sus inicios tuvo el respaldo del rey Carlos III, pero fue Fernando VII quien le otorgó el título de Real Fábrica. Tras la demolición en 1920 de su edificio neoclásico, una fuente y una pequeña plaza recuerdan su ubicación frente al museo del Prado.

 

Productos efímeros… y fábricas efímeras

Carlos III respaldó la fábrica de papel pintado fundada en 1786 por los hermanos franceses Pierre y Jean-Baptiste Giroud, de origen francés, como también lo era el gusto por este refinado ornamento. Ubicada originalmente junto al convento de las Comendadoras de Santiago, en 1856, siendo su director otro francés, Casimiro Mahou (cuyos descendientes fundaron la cervecera homónima).

La historia de la Real Fábrica de Relojes fue también breve. Inició su andadura en 1788 en la calle Fuencarral y contaba con 18 talleres y una escuela para formar a 122 aprendices. Su mal funcionamiento, la falta de capital y la muerte de Carlos III, su impulsor, precipitaron el cierre sólo 11 años después.

15 noviembre 2019

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Madrid Nuevo Norte


15 noviembre 2019

por Madrid Nuevo Norte