23 junio 2022
por Madrid Nuevo Norte
El uso de materiales naturales y de origen local es una estrategia sostenible que permite reducir la huella de carbono en el sector de la construcción.
Según la zona geográfica, algunos materiales con los que se están construyendo innovadoras propuestas son el bambú, la madera, el corcho o la tierra.
Madrid Nuevo Norte priorizará el uso de materiales de proximidad para reducir la huella de su transporte e impulsar la economía regional.
En un contexto como el actual, marcado por la emergencia climática y la preocupación por sus consecuencias ambientales, sociales y económicas, se requieren programas y soluciones que permitan reducir las emisiones y la huella ecológica en todos los sectores de actividad humana. El sector de la construcción y el diseño urbano no sólo no son ajenos a esta realidad, sino que resultan especialmente claves para este propósito ya que, según destaca ONU Hábitat, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, una cifra que se espera que aumente hasta el 60 % para 2030. El uso de materiales naturales y de proximidad se ha convertido en una importante medida para, desde el ámbito del diseño y la construcción, combatir el cambio climático y reducir al máximo la huella ecológica del sector.
El empleo de materiales locales para la edificación permite reducir los trayectos de desplazamiento desde el centro de producción hasta el lugar de construcción, repercutiendo directamente en la disminución de emisiones de CO2 y gases de efecto invernadero, principales responsables del cambio climático.
Por otro lado, al utilizar este tipo de materiales, la construcción ofrece una mejor adaptación al lugar y al entorno en términos de resistencia a la humedad o temperatura. Esta ventaja permite disminuir los problemas de ejecución y puesta en obra y, en consecuencia, reducir los costes, facilitando además el mantenimiento que necesitan los edificios a lo largo del tiempo.
Además de las ventajas medioambientales, incentivar y potenciar el uso de materiales locales supone un ahorro de costes, al tiempo que tiene consecuencias muy positivas en términos sociales, económicos y culturales. Entre ellas están la activación de la economía local y del empleo, la reconstrucción del tejido social y productivo de la zona, el fortalecimiento de las sinergias entre empresas o el respeto por el saber local y las técnicas constructivas de un lugar.
Bambú: el “acero verde” del siglo XXI
En países como Vietnam o Tailandia el uso de bambú como material local en edificaciones modernas a la par que sostenibles ha convertido este material tradicional en revolucionario. Además de mostrar una gran flexibilidad y ligereza, presenta un coste muy reducido. Esto se debe a su gran capacidad de renovación, ya que existen especies que en menos de dos meses son capaces de alcanzar los 20 metros de longitud y los 20 centímetros de diámetro.
El pabellón de deportes para la Escuela Internacional Panyaden en Tailandia, diseñado por el estudio Chiangmai Life Construction, es un ejemplo de edificio donde el uso de bambú tradicional encuentra acomodo en un discurso arquitectónico actual.
Gracias a su industria forestal y de procesamiento de madera, países como Japón, Finlandia o Noruega se están convirtiendo en modelos y referentes a seguir en el uso de este material procedente de bosques locales para el sector de la construcción. En ellos, el uso de madera en edificios se está transformando en un sector estratégico y está permitiendo aumentar las posibilidades que este material puede llegar a ofrecer.
Uno de los ejemplos más paradigmáticos es el edificio Mjøstårnet. Es una torre de usos mixtos proyectada por Voll Arkitekter que con sus 18 pisos y 81 metros de altura se ha convertido en el edificio más alto del mundo construido en madera. Con una superficie de 11.300 m2, la torre está construida con madera contralaminada, un sistema innovador también conocido por sus siglas en inglés CLT, que permite construir edificios en altura gracias a su capacidad de soportar grandes cargas.
La producción del corcho, un material natural renovable, biodegradable y sostenible procedente del alcornoque, se ha destinado tradicionalmente para tapones, pero sus excelentes características técnicas lo convierten en un material idóneo para ampliar sus posibilidades de uso en el sector de la construcción de edificios.
En Portugal, mayor productor mundial de corcho con un 63,1% de las exportaciones totales, se encuentra una de las primeras viviendas revestidas con este material. Diseñada por Paulo Teodósio y el estudio Arquitectos Anónimos, esta casa se caracteriza por el uso de paneles de corcho como revestimiento exterior de la vivienda. Un material, del que España es el segundo mayor productor mundial, que además de ser sostenible tiene cualidades impermeables. Tal y como explican los propios arquitectos, el uso del corcho como revestimiento, además de por su bajo coste y abundancia en el país luso, se justifica también porque “instalado correctamente sobre barreras térmicas y de agua, se hace muy eficiente como aislamiento.”
Si existe un material natural, abundante y accesible en casi cualquier lugar próximo a un proyecto de edificación, ese es sin duda la tierra. A pesar de que la aparición de los sistemas industrializados provocó que su utilización para levantar muros sin cocer ni mezclar con cemento prácticamente desapareciese, a finales del siglo XX la creciente sensibilidad medioambiental llevó a retomar su uso por parte de un número creciente de arquitectos.
Las últimas investigaciones giran en torno a la creación de sistemas semi-prefabricados o prefabricados que permitan tener un mayor control del proceso y garantizar las características óptimas que este material natural puede llegar a ofrecer.
Uno de los ejemplos recientes más interesantes en el uso de la tierra como material local es el edificio Kräuterzentrum de la empresa Ricola, considerado como el edificio de tierra sin cocer más grande de Europa. Diseñado por los arquitectos Herzog & de Meuron, este edificio ubicado en Laufen (Suiza) utiliza sistemas prefabricados de tierra producidos en una fábrica cercana. Según explican los propios arquitectos «no sólo hemos de tener en cuenta las especificaciones, sino también el lugar donde el edificio se va a ubicar. Los materiales utilizados para la construcción proceden de un radio de ocho a diez kilómetros».
Madrid está siendo testigo de iniciativas que empiezan a dar protagonismo a materiales sostenibles, como la vivienda en el barrio de Lavapiés construida íntegramente en madera contralaminada por el estudio b720 Fermín Vázquez Arquitectos, un edificio con huella de carbono negativa y que ha obtenido el sello de sostenibilidad Breeam Excelente. Tras finalizar su ejecución, esta experiencia está siendo replicada por el mismo equipo en la calle Hierbabuena, en el distrito de Tetuán.
Más allá de iniciativas en la construcción de edificios, el diseño urbano a escala de ciudad de una actuación como Madrid Nuevo Norte supone una oportunidad única para introducir buenas prácticas en amplios sectores de la ciudad y servir de ejemplo demostrador para otros desarrollos a nivel internacional.
Consciente de la importancia del uso de materiales locales y sostenibles, este proyecto que transformará el norte de Madrid plantea un enfoque integral del ciclo de vida de los materiales que se utilizarán en su urbanización y construcción, e incorporará principios de economía circular para garantizar una baja huella de carbono y un consumo mínimo de recursos. Para ello, se plantea seleccionar preferentemente materiales de proximidad, priorizando materiales que tengan origen en la región de Madrid y alrededores, en un radio menor de 160 kilómetros en torno al proyecto.
La sostenibilidad de los procesos de extracción de los materiales es también un factor importante en el proyecto, y en el caso de empleo de madera para la construcción, Madrid Nuevo Norte priorizará la selección de maderas con certificación forestal que garantice que la gestión de los bosques de los que se extraen cumpla con exigentes criterios y estándares. Además, se está estudiando un plan para reaprovechar dentro del propio proyecto la mayoría de los materiales preexistentes en los terrenos donde se va a ejecutar la actuación.