29 mayo 2019
por Madrid Nuevo Norte
La colonia de San Cristóbal, situada entre el paseo de la Castellana y el futuro desarrollo Madrid Nuevo Norte, es uno de los ejemplos de arquitectura residencial colectiva más notables de Madrid. Su diseño urbanístico fue pensado cuidadosamente para las personas que iban a habitarla, adaptándose totalmente a sus necesidades. Como resultado, en la colonia surgió una comunidad viva y fuertemente cohesionada durante décadas.
El proyecto forma parte de las denominadas Casas Baratas construidas con ayudas estatales desde finales del siglo XIX a los años 50 del siglo XX. El objetivo de este conjunto, construido entre 1948 y 1949, fue facilitar viviendas asequibles a los empleados de la Empresa Municipal de Transportes (EMT). De hecho, el propio nombre del barrio está íntimamente relacionado con el transporte, ya que San Cristóbal es el patrón de conductores y transportistas (se cuenta que el santo ayudaba a los viajeros a vadear un río, portándolos sobre sus hombros).
La colonia es obra de Secundino Zuazo, uno de los arquitectos españoles más reconocidos de la primera mitad del siglo XX. Zuazo se centró, y ese fue su gran logro, en construir la mejor arquitectura posible con los medios más modestos. Las arquerías de acceso a las viviendas y el uso del ladrillo fueron los protagonistas del diseño de sus fachadas y dieron una personalidad propia a los edificios. En su construcción todo está optimizado, desde la disposición de las escaleras a la distribución de las viviendas. En definitiva, el conjunto, que fue conocido también como “Las Ochocientas”, sacó el mejor partido estético y funcional a materiales muy baratos y los convirtió en elementos revestidos de gran dignidad.
Pero su mayor logro fue tal vez el espacio público que se creó entre los edificios, con una escala muy humana que permitía la existencia de jardines en torno a los cuales tenía lugar el encuentro entre vecinos. En ellos se ubicaban comercios y equipamientos, construidos para cubrir las necesidades de sus habitantes y generar vida urbana: un mercado, un colegio, un ambulatorio, una escuela de baile, una parroquia, un bar y una farmacia articulaban la actividad de una comunidad, que funcionaba de forma más o menos autónoma respecto a la ciudad. Esta actividad dentro de la propia colonia era especialmente necesaria por el alto grado de aislamiento que la colonia tenía respecto a la ciudad, lo que hace que en algunas ocasiones se hable de ella como “un pueblo” aunque nunca tuvo esa consideración administrativa, pero que contaba con un pujante club deportivo, fiestas con bailes regionales procedentes de distintos puntos de la Península, una intensa vida parroquial y un vibrante mercado municipal.
Con la colonia de San Cristóbal se introdujo de forma exitosa en Madrid una tendencia europea que se llevaba experimentando las dos décadas anteriores en ciudades como Viena o Ámsterdam, y que ponía el foco en mejorar las condiciones de habitabilidad de la vivienda colectiva.
Hoy día se ha perdido gran parte de la actividad que llegó a tener, pero los pocos puestos abiertos en el mercado, el bar Asociación, junto a la asociación familiar del barrio o la escuela infantil siguen sosteniendo un sentimiento de pertenencia y un orgullo de barrio que el paso del tiempo no ha borrado. Recientemente, el colectivo de artistas Boa Mistura ha cubierto el mercado con un gran mural lleno de color, que busca ayudar a revitalizar ese espacio.
La colonia, a pesar del crecimiento de la ciudad hacia el norte, ha permanecido con los años en una situación de aislamiento provocada por la barrera física del gran haz de vías del tren al este y por la propia Castellana al oeste. No en vano esta avenida, a la altura de la colonia, es una vía de tráfico rápido de 11 carriles y más de 70 metros de ancho.
El proyecto Madrid Nuevo Norte vendrá a eliminar una de las causas de dicho aislamiento, la gran brecha producida por el haz de vías del tren. En su lugar, la actuación va a aportar al barrio accesibilidad y conectividad, con nuevos equipamientos públicos, comercios de proximidad, plazas, parques, oficinas y viviendas. Hacia el oeste también se paliará el aislamiento mediante el soterramiento del tráfico rápido en el tramo final de la Castellana, convirtiendo lo que hoy es una barrera urbana de primer nivel en un parque peatonal de una hectárea. Además, sus vecinos contarán con una estación de Metro y una nueva línea de bus de alta capacidad, ambos a menos de 200 metros.