14 noviembre 2024
por Madrid Nuevo Norte
Situadas en lugares estratégicos, las fuentes son elementos funcionales para la ciudad, pero también monumentos que combinan leyendas, mitología e historia. Dando un paseo por Madrid se pueden encontrar algunas de las fuentes antiguas más famosas de la ciudad a través de un recorrido por sus calles y parques.
Comenzamos el recorrido en el Paseo del Prado, donde se erigen algunas de las fuentes más significativas de la ciudad, fruto de las reformas urbanísticas de Carlos III a finales del siglo XVIII. Una de las más representativas de este periodo e icono de la ciudad es nuestra primera parada: la Fuente de Cibeles. Inaugurada en 1792, su figura principal representa a Cibeles, diosa de la fertilidad y la agricultura, y está guiada por un carro de los leones mitológicos, Hipómenes y Atalanta. El proyecto de la fuente fue iniciado por José de Hermosilla y, tras su muerte, fue retomado por Ventura Rodríguez. Francisco Gutiérrez, Roberto Michel y Miguel Ximénez fueron los encargados de realizar las esculturas y la ornamentación.
Si continuamos por el Paseo del Prado, nos encontramos con Apolo o la Fuente de las Cuatro Estaciones. Aunque es bastante menos conocida, esta fuente también fue una pieza clave del proyecto de embellecimiento de Madrid de Carlos III, pero no se terminó hasta el reinado de Carlos IV. Diseñada por Ventura Rodríguez, sus esculturas fueron ejecutadas por Manuel Álvarez y Alfonso Bergaz. En la fuente podemos ver a Apolo, el dios del Sol, en el centro, rodeado de cuatro estatuas que son una alegoría de las estaciones del año y representan el paso del tiempo y la vida cíclica.
Nuestra siguiente parada es la Fuente de Neptuno, también diseñada por Ventura Rodríguez y realizada, en este caso, por Juan Pascual de Mena entre 1780 y 1784. Muestra a un imponente Neptuno, dios de las aguas y los mares, esculpido en mármol sobre un carro tirado por dos caballos. En su mano izquierda tiene un tridente, y en la derecha, una culebra enroscada. Alrededor del carro, focas y delfines lanzan agua.
Desde el Paseo del Prado, podemos acercarnos al parque del Retiro y ver algunas de las grandes fuentes históricas que alberga. Desde la puerta de Felipe IV llegamos hasta la Plaza de Honduras, donde está situada la Fuente de la Alcachofa. Se trata de otra de las fuentes proyectadas por Ventura Rodríguez durante el reinado de Carlos III. Contiene algunos elementos barrocos, un pilón circular sostenido por un Tritón y una Nereida, además de estar coronada por una alcachofa, símbolo de la abundancia y la fertilidad. Originalmente situada en la confluencia entre la calle Atocha y el paseo del Prado, hoy llamada plaza del Emperador Carlos V, en 1987 se instaló en su ubicación original una réplica en bronce, tras derribar el famoso paso elevado o “scalextric” que había ocupado durante dos décadas ese lugar.
Si, sin salir del Retiro, proseguimos por el Paseo de Cuba, veremos uno de los caños más enigmáticos de Madrid: la Fuente del Ángel Caído. Esta fuente, obra del escultor Ricardo Bellver, está inspirada en un pasaje de El Paraíso Perdido de John Milton y se alza sobre un pedestal octogonal decorado con figuras de demonios y criaturas fantásticas. Esta obra, que representa a Lucifer y su expulsión del Paraíso, ha generado muchos mitos y leyendas por pertenecer al reducido grupo de esculturas públicas dedicada al diablo, y a anécdotas como su ubicación a 666 metros sobre el nivel del mar.
También en el Retiro podemos encontrar la Fuente de los Galápagos, diseñada por el arquitecto Francisco Javier de Mariategui en 1832. Este monumento, que conmemora el nacimiento de Isabel II, destaca por su estructura de tres niveles y su decoración de temática acuática, en cuya base encontramos dos ranas y dos galápagos, que han dado origen a su nombre popular.
Dejamos atrás el Retiro por la Puerta Real para llegar a la Puerta de Alcalá y el Paseo Recoletos y recorrer las calles del barrio de Chueca hasta Malasaña, donde encontraremos la Fuente de la Fama junto al Museo de Historia. La fuente, creada en 1732 por el arquitecto barroco Pedro de Ribera, representa a la fama como una victoria alada que sostiene un trompeta y que está a punto de echar a volar, aludiendo a la fugacidad de la fama y a la importancia de aprovechar el tiempo. La fuente ha cambiado varias veces de ubicación a lo largo de la historia: estuvo en la plaza de Antón Martín y, después, en el Parque del Oeste. En 1941 se trasladó a su emplazamiento actual.
Dejamos Malasaña para adentrarnos en el Madrid de los Austrias y llegar al Campo del Moro, donde se encuentra la Fuente de las Conchas. Diseñada por Ventura Rodríguez y elaborada por Felipe de Castro y Manuel Álvarez en 1775, fue creada originalmente para los jardines del Palacio del Infante Don Luis en Boadilla del Monte y adquirida por Fernando VII para regalarla a María Cristina de Borbón.
Nuestra siguiente parada es la Fuente de Diana Cazadora, también conocida como la Fuente de la Cruz Verde, por la plaza en la que se ubica. Su nombre se debe a que en la plaza había una cruz de madera pintada de verde, emblema de la Inquisición, tribunal que utilizaba el lugar para celebrar autos de fe. Está adosada a la fachada del huerto de lo que un día fue el Convento de las Bernardas y, a diferencia de las fuentes monumentales que hemos visto, su diseño y su estructura son más sobrios y funcionales. Inaugurada en 1850, su trazado fue diseñado por el arquitecto Martín López Aguado. El grupo escultórico, formado por Diana y los dos delfines, procedía de otra fuente ubicada en la plaza de la Puerta Cerrada.
Desde aquí, podemos llegar hasta el barrio de La Latina, donde haremos una última parada en la Fuentecilla o Fuentecilla del Leal. Se trata de un homenaje del conde de Moctezuma a Fernando VII tras su regreso al trono y fue diseñada por el arquitecto Alfonso Rodríguez. Se construyó aprovechando materiales de la fuente de la Abundancia, de la plaza de la Cebada, y formaba parte del conjunto de fuentes públicas abastecidas por el Viaje de Agua del Bajo Abroñigal.