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Historia de las estatuas de Madrid ¡Te dejará de piedra!

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Madrid es una ciudad en la que historia y modernidad conviven, y sus estatuas son un reflejo de esa rica herencia cultural. A través de ellas, podemos recorrer las diversas etapas y momentos históricos de la capital española, desde monumentos que rinden homenaje a sus reyes o literatos hasta figuras que simbolizan movimientos sociales o, simplemente, poéticas. Este artículo te invita a descubrir algunas de las estatuas más representativas de la ciudad, y lo que cada una de ellas nos cuenta sobre Madrid, en un recorrido por sus calles y azoteas.

Historia de estatuas: un recorrido por Madrid

Desde la conocida Puerta del Sol empezamos un recorrido por las estatuas que muestran la mezcla de historias y vivencias de la capital. El Oso y el Madroño, de Antonio Navarro Santafé, fue inaugurada en 1967 y hace referencia al símbolo heráldico que se utilizaba desde la época de Alfonso VIII. En la misma plaza, observamos la réplica de la Mariblanca, la diosa Venus y alegoría de la fe. La escultura original, que se encuentra actualmente en la Casa de la Villa, fue encargada en 1625 a Ludovico Turqui, quien la trajo desde Florencia para la fuente diseñada por Rutilio Gaci, conocida como Fuente de la Fe o Fuente de las Arpías.

Otra  de las estatuas que ocupa un lugar protagonista en la plaza es la escultura ecuestre de Carlos III. Inaugurada en 1994, esta obra de Miguel Ángel Rodríguez, Eduardo Zancada y José María Guijarro rinde homenaje al que fuera monarca desde 1759 a 1788 y promotor de reformas urbanísticas y grandes infraestructuras, como el Museo del Prado o la Puerta de Alcalá.

Si continuamos hacia la Plaza Mayor nos encontraremos una estatua ecuestre de Felipe III, rey de España entre 1598 y 1621. La plaza fue construida durante su mandato por el arquitecto Gómez de Mora y la estatua fue un regalo de Cosme II de Médici. Aunque llegó a Madrid en 1616, ha tenido diferentes emplazamientos hasta llegar a la Plaza Mayor en 1874.

El cielo de Madrid

Si continuamos nuestro paseo por el centro y miramos hacia arriba, veremos fachadas habitadas por estatuas que llenan de misterio algunos de los edificios de la capital. Una de las más significativas es la Diana Cazadora, situada desde 2017 en lo alto del Hotel Hyatt Centric. Esta espectacular escultura de la diosa de la caza, protectora de la naturaleza y de la luna, está acompañada de cinco perros y es obra de la escultora Natividad Sánchez. Diana apunta directamente al Ave Fénix, escultura que corona el edificio Madrid-París, en el número 32 de la Gran Vía (escultura colocada en lo alto de la cúpula negra del edificio en los años 50, tras ser adquirida por la empresa de seguros La Unión y el Fénix). Y es que, siguiendo la mitología romana, Diana estaría tratando de alcanzar con sus flechas al ave que secuestra a su amado Endimión. De hecho, en la acera, entre ambos edificios, pueden verse esculpidas dos de las flechas disparadas por Diana.

Un poco más adelante y sin salir de la Gran Vía, hacia el número 60, veremos otra imponente escultura: El Romano. Elaborada por el escultor Victorio Macho en 1930. Se considera que esta escultura hace referencia al trabajo y al ahorro y preside el edificio que pertenecía originalmente al Banco Hispano.

Y como una representación del peligro de las alturas nos encontramos el Accidente aéreo, conocido como “el ángel estrellado”. Esta escultura de bronce de 300 kilos fue realizada por Miguel Ángel Ruiz Beato y representa la figura de un ángel que parece haberse estrellado contra un edificio cercano a la calle Mayor, en el número 3 de la calle de los Milaneses, donde se encuentra desde el año 2005.

 

Entre parques y paseos

Caminando por el Paseo de Recoletos, frente a la Biblioteca Nacional, nos encontraremos a una melancólica Andrómaca, mujer del héroe troyano Héctor, símbolo del amor conyugal. Cerca de ella, también podemos encontrar la Mujer con espejo, de Botero, y Julia, de Jaume Plensa.

En dirección al Paseo del Prado, llegamos a uno de los símbolos más importantes de la ciudad: la Fuente de Cibeles. Construida en 1782, integra la escultura de la diosa Cibeles, de Francisco Gutiérrez, sobre un carro tirado por dos leones, esculpidos por Roberto Michel. Cibeles es la diosa romana de la tierra fértil, los animales y la naturaleza, y los leones representan las figuras mitológicas de Hipómenes y Atalanta.

Si continuamos hacia el parque de El Retiro, encontraremos la Fuente del Ángel Caído. La estatua, realizada por Ricardo Bellver para la Exposición Universal de París de 1878, se basa en un pasaje de El Paraíso Perdido de John Milton. Representa a Lucifer en el momento de su expulsión del cielo. Se considera que esta es una de las pocas esculturas del mundo dedicadas al diablo y, por ello, una de las más enigmáticas de la capital.

El Retiro alberga muchas otras fuentes, esculturas y monumentos, como el monumento a Alfonso XII, la escultura ecuestre del General Martínez Campos o la estatua de Hércules y la Hidra de Lerna.

Habitantes de Madrid

Las estatuas de Madrid también homenajean a las personas comunes, como las obras realizadas por Félix Hernando a finales de los años 90: El lector de la calle San Justo, El hombre sentado de la Plaza de la Paja, El Barrendero de la Plaza de Jacinto Benavente, o El Farolero de la calle Concepción Jerónima.

Pero no son los únicos. En la intersección entre las calles Mayor y Almudena, El Vecino curioso, de Salvador Fernández Oliva, lleva desde 1999 observando los restos de las ruinas de la Iglesia de la Almudena; y en el Barrio de las Letras está Fortunato, El vendedor de la ONCE, obra de Santiago de Santiago.

Y si llegamos al Barrio de Malasaña, podemos observar a la Joven caminando, de Rafael González García, en la plaza de San Ildefonso. En la calle de la Palma, también está La paseante o La joven bailando, de Roberto Manzano Hernández y, en la calle Pez, está Julia, del escultor Antonio Santín Benito. Según la leyenda, Julia es una joven estudiante universitaria que asistió a la Universidad Central de la calle de San Bernardo disfrazada de hombre porque en su época las mujeres no podían estudiar.

Abrazando la libertad

El pasado reciente de España también se refleja en sus monumentos. Un ejemplo destacado es el conjunto en la Plaza de Antón Martín, inspirado en el lienzo El abrazo, de Juan Genovés. El artista adaptó su célebre cuadro a escultura para rendir homenaje a los abogados laboralistas de la calle Atocha asesinados en 1977, en plena Transición.

Con los inicios de la democracia, los años 80 y 90 llenaron a Madrid de arte, música y libertades recién estrenadas. Una escultura que refleja muy bien ese espíritu está en Vallecas: La abuela rockera, de Carmen Joba. La estatua homenajea a Ángeles Rodríguez Hidalgo (1900-1993), vecina del barrio que se aficionó al heavy metal cuando tenía más de 70 años. Se convirtió en un ícono cultural que representaba la rebeldía y el amor por el rock en una época en la que era muy raro encontrar a mujeres mayores en estos contextos. En el busto, podemos verla con prendas roqueras y el gesto del saludo heavy, tal y como aparece en la portada del disco Toca madera de Panzer.

9 octubre 2024

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Madrid Nuevo Norte


9 octubre 2024

por Madrid Nuevo Norte