7 junio 2019
por Madrid Nuevo Norte
Escenario de la entrada de las tropas napoleónicas en 1808 y testigo del desarrollo del Madrid del siglo XX, el distrito de Chamartín esconde un pedacito de naturaleza y de historia de la cultura que resiste al paso de los tiempos. Allí se encuentran el olivar de Chamartín, también conocido como el olivar de Castillejo, y la casa de uno de los vecinos más ilustres del barrio, don Ramón Menéndez Pidal. El conjunto preserva la esencia de lo que en su día fue una importante colonia de grandes intelectuales y científicos. Y es que hoy día ambos espacios son sedes de sendas fundaciones que continúan impulsando la cultura. Este año y el pasado, precisamente, estamos inmersos en el llamado Bienio Pidalino, ya que se celebra, consecutivamente el 50 aniversario de la muerte de Menéndez Pidal y el 150 de su nacimiento.
En la actualidad, este pequeño oasis envuelto por el bullicio de la ciudad aún recuerda lo que era a principios del siglo XX, cuando en la zona abundaban los campos de cultivo. Situado entre el límite de la capital y lo que antaño era el pueblo de Chamartín de la Rosa, este espacio era entonces conocido como el Olivar del Balcón.
En 1917, José Castillejo, jurista, pedagogo y miembro de la Institución Libre de Enseñanza, compró el olivar del Balcón, “en una zona que por aquel entonces se conocía como las Cuarenta Fanegas, y que siguió siendo campo hasta los años 60”, recuerdan Sara Bellido, secretaria general de la Fundación Ramón Menéndez Pidal y Marta García, técnico de biblioteca, archivo y herramientas digitales de dicha institución. El objetivo de este catedrático de Derecho era crear una colonia de intelectuales y de científicos donde trabajar lejos del bullicio de la ciudad, pero sin estar totalmente aislados, ya que el tranvía paraba relativamente cerca.
Al olivar empezaron a trasladarse personalidades como el literato Dámaso Alonso, el director del Museo de Ciencias Naturales, Ignacio Bolívar, o el médico y filántropo Juan López Suárez. Comenzaba así a gestarse una de las primeras colonias del distrito de Chamartín, por la que llegaron a pasar personalidades como la premio Nobel de Física y Química Marie Curie.
Junto al olivar, sede actual de la Fundación Olivar de Castillejo, se sitúa la casa de otro vecino destacado, don Ramón Menéndez Pidal, y que hoy ocupa la sede de la fundación que lleva su nombre. El filólogo y medievalista se trasladó junto a su esposa María Goyri, también filóloga e investigadora, a su nueva casa en 1925, desde el centro de Madrid a ese lugar apartado donde “sólo viene quien quiere de verdad verme”, según las palabras del propio intelectual, que recuerdan las investigadoras de la Fundación. La construcción de la casa, en estilo regionalista, comenzó en 1923 en el número 23 de la antigua cuesta del Zarzal, hoy calle de Menéndez Pidal, 5.
La vida del intelectual en la colonia era tranquila. Allí la naturaleza tenía gran importancia para él y sus vecinos (todos eran montañeros empedernidos y amantes de las actividades al aire libre), y el jardín le recordaba a su tan amada sierra de Guadarrama. En él había jaras, romeros, olivos y muchos árboles frutales como membrillos, perales, manzanos y albaricoqueros; incluso en la actualidad todavía se puede contemplar el madroño más grande y más antiguo documentado en Madrid. Todo ello le permitía llevar una vida sencilla y autosuficiente, en contacto directo con la naturaleza. Además, encargó construir un solárium donde se daba sus baños de sol. A la vivienda acudían frecuentemente renombradas personalidades de la cultura. En ella “Rafael Alberti conoció su mujer María Teresa León”, recuerda Sara Bellido.
La tranquilidad del ambiente venía acompañada de intenso trabajo y actividad intelectual, aunque todo ello quedó interrumpido abruptamente con el estallido de la Guerra Civil. Todos los habitantes del olivar, con la única excepción de Juan López Suárez, cuñado de Castillejo, abandonaron el lugar durante la contienda. Tras el fin de la guerra, Menéndez Pidal volvió definitivamente a su hogar, donde vivió hasta su fallecimiento, en 1968. Sin embargo, la colonia nunca volvió a ser lo que fue, un punto de encuentro excepcional de pensadores y grandes científicos, y cesaron las visitas de otros grandes nombres de la cultura y la ciencia. La casualidad hizo que otros personajes ilustres llegasen entonces al olivar, ya que la casa de Castillejo fue alquilada y frecuentada por estrellas del cine como Lana Turner, Joan Fontaine, Frank Sinatra y Ava Gardner.
Actualmente, se conservan tanto la casa de Menéndez Pidal como gran parte del olivar, ya totalmente integrados en la ciudad, ambos foco de una intensa actividad cultural.
En la sede de la Fundación Ramón Menéndez Pidal se mantiene viva la herencia del pensador coruñés, y en la actualidad se desarrollan importantes proyectos de digitalización, como la catalogación del “Archivo del Romancero”, con manuscritos impresos de los siglos XV al XVII y de varios archivos de las investigaciones de don Ramón, de María Goyri y de la hija de ambos. Además, en pleno bienio conmemorativo de su nacimiento y su fallecimiento, desde la Fundación ofrecen la posibilidad de realizar visitas en las que conocer la impresionante biblioteca del filólogo, el jardín serrano y muchos de los objetos de la vida cotidiana de la familia.
A su vez, en el olivar, la Fundación Olivar de Castillejo lleva organizando desde hace unos años las “Noches del Olivar” durante los meses de verano. En ellas se puede disfrutar de actividades culturales y recitales, además de poder cenar al aire libre entre unos olivos impregnados de historia y de cultura.