18 junio 2021
por Madrid Nuevo Norte
Tanto los primeros depósitos subterráneos como los elevados del Canal de Isabel II dan testimonio de los hitos de la ingeniería hidráulica madrileña desde el siglo XIX.
La primera traída del agua del Lozoya, la presa del Atazar, el canal del Jarama o la construcción de los depósitos elevados son algunos hitos de la ingeniería hidráulica madrileña cuyas huellas, presentes a lo largo de la región y muchas veces ocultas a la vista, permiten reconstruir la historia del Canal de Isabel II, desde su origen allá por 1851. El rápido crecimiento de la población y la expansión de la ciudad a mediados del siglo XIX, sumado a la floreciente industrialización y a la necesidad de mejorar la salubridad de la capital, aceleraron los esfuerzos por desarrollar una red urbana moderna de abastecimiento de agua de calidad y en cantidad suficiente.
El desarrollo de esta infraestructura estratégica implicó la incorporación al entramado urbano de Madrid de instalaciones de almacenaje y canalización como depósitos, estaciones elevadoras y equipamientos de apoyo. Los primeros depósitos se construyeron ocultos a los ojos de los ciudadanos. Actualmente hay más de trescientos subterráneos, si bien los elevados son los más conocidos por la población. Entre ellos, los de plaza de Castilla y Santa Engracia son los más emblemáticos, pero no los únicos.
El del Campo de Guardias fue el primer depósito enterrado del Canal de Isabel II, hoy archivo central de la empresa en la calle Bravo Murillo, con una monumental fuente en su acceso. Se situaba en lo que entonces eran las afueras de la ciudad, junto a la carretera de Francia. El depósito se llenó por primera vez en 1858 para inaugurar la traída de las aguas del río Lozoya en un acto presidido por la reina Isabel II. En paralelo se fue tejiendo una compleja red de cañerías interconectadas, pozos de registro, bocas de riego y alcantarillado.
Aledaño al primero, el segundo depósito, también llamado Depósito Mayor, comenzó a construirse en 1863 dada la limitada capacidad de su predecesor. Actualmente sigue en uso, con una capacidad cercana a los 200.000 metros cúbicos y en su perímetro se encuentran actualmente las oficinas centrales del Canal de Isabel II.
A finales del siglo XIX, con una población de cerca de 600.000 personas, se empezó a proyectar un tercer depósito no muy lejos, en la zona de Islas Filipinas, lo que permitiría comunicar los tres depósitos e igualar la cota. La capacidad del aljibe, estructurado con numerosas arcadas de ladrillo, superaría en más del doble al anterior. A principios de la década de 2000 fue restaurado y su superficie se ha destinado a parque público e instalaciones deportivas
Al inicio de la década de 1920, la canalización primitiva del agua hacía el siguiente recorrido: partía de la hoy obsoleta presa del Pontón de la Oliva, llegaba, ya en Madrid, a la llamada “Casa-Partidor”, instalaciones donde se separaban las aguas de consumo de las de riego y que estaban ubicadas en la actual avenida de Reina Victoria. A partir de ahí, un acueducto cubría la distancia de más de medio kilómetro que separaba la Casa Partidor del primer depósito.
A principios del siglo XX la capacidad de los depósitos enterrados de Santa Engracia resultaba insuficiente, a lo que se sumaba el hecho de que suministraban agua por gravedad solamente a las viviendas situadas por debajo de los 670 metros de altitud. Madrid vivía en esa época el nacimiento de la Gran Vía o la llegada de la luz eléctrica y del automóvil, entre otros adelantos. El Plan Castro y la Ciudad Lineal de Arturo Soria provocaron un importante crecimiento de la ciudad hacia el norte, zona con una cota más elevada que la de los depósitos de Santa Engracia.
Fue entonces cuando surgió la idea y la necesidad de construir el primer depósito elevado que, según recoge la publicación Más que agua y piedra, de la profesora de la UCLM Paloma Candela Soto, “con el adecuado bombeo de las aguas enterradas de los depósitos inmediatos conseguiría elevar la cota y garantizar el suministro hasta los pisos más altos de las nuevas viviendas de las zonas del ensanche: los barrios de Salamanca, Chamberí y Cuatro Caminos”, pero también a las entonces periféricas Tetuán, la Guindalera, Prosperidad y Chamartín.
El primer depósito elevado, hoy reconvertido en sala de exposiciones, se ubicó entre la calle Santa Engracia y el Depósito Mayor y consiste en una torre cilíndrica de 36 metros de acero y ladrillo con cubierta de zinc. Este centenario icono se alejó de la predominante utilización del hierro en la época para la arquitectura industrial y se diseñó siguiendo influencias mudéjares. Su parte superior aloja una cuba metálica de 1.500 metros cúbicos de capacidad. Junto a él se construyó una central elevadora de esbeltas arcadas de ladrillo y una enorme chimenea, recuerdo hoy de la antigua fábrica térmica que ponía en movimiento las bombas elevadoras.
Este primer depósito elevado se mantuvo en uso entre 1911 y 1952 y actualmente es un elemento identitario y un punto de difusión de cultura para la zona de Chamberí. Su restauración mereció el premio Europa Nostra de Conservación de Patrimonio Cultural en el año 1992.
Ante el imparable crecimiento de Madrid, a mediados de la década de 1920 se planificó un nuevo canal que trajese agua desde Torrelaguna, el canal Alto, que finalizaría en un nuevo depósito subterráneo en plaza de Castilla, a la misma cota que el elevado de Santa Engracia, de modo que dejaría al primero fuera de servicio. La expansión de la ciudad hacia el norte llevó al autor del nuevo canal, Francisco de Parrella, a proyectar un nuevo depósito elevado aún mayor que el de Santa Engracia y con una central de bombas junto a él. El proyecto se vio interrumpido por la Guerra Civil y no vio la luz hasta principios de los años 40, si bien no entró en servicio oficialmente hasta 1952.
El nuevo depósito elevado de hormigón visto, alejado estéticamente del primero, fue igualmente un hito de la ingeniería hidráulica, con una cuba con capacidad para 3.800 metros cúbicos y una altura cercana a los 40 metros. De este modo, “el agua alcanzaba la cota de 766,5 metros, lo que permitía abastecer a las viviendas de la nueva zona de Madrid”, según fuentes del Canal de Isabel II.
El edificio aledaño que hoy es sede de la Fundación Canal de Isabel II es en el que se ubicaba la antigua central elevadora, mientras que Centro de Exposiciones Arte Canal ocupa parte del depósito original enterrado y desvela a los visitantes las arcadas características y otros detalles estructurales, al tiempo que acoge interesantes exposiciones.
La central elevadora de Plaza de Castilla fue sustituida a mediados de la década de 1960 por una estación de bombeo que ocupa uno de los compartimentos del depósito subterráneo y que, junto con la construcción de nuevos depósitos a cotas más elevadas que permitían abastecer al norte de la ciudad por gravedad, hizo que ya no fuera necesario elevar el agua hasta la cuba del depósito, según explican desde Canal de Isabel II. Así, quedó fuera de servicio como depósito de regulación a mediados de los años 60. El depósito elevado ya forma parte indisoluble de la imagen de la plaza de Castilla junto a las torres inclinadas de Puerta de Europa.