25 diciembre 2017
por Madrid Nuevo Norte
Lavapiés y Chamberí fueron testigos de sus primeras correrías juveniles. Muchos años después, ya en plena Guerra Civil española, llegó a ser director del Museo del Prado, aunque el conflicto le impidió ejercer el cargo de forma efectiva. Esta es la historia de Madrid y Picasso.
Con sólo 16 años Picasso se trasladó a Madrid, desde Barcelona, para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Llegó en septiembre de 1897 y se alojó en el segundo piso del número 5 de la calle San Pedro Mártir, a una manzana de Tirso de Molina. Las clases no eran el fuerte del joven malagueño. Se escapaba al Retiro para pintar. El Museo Picasso de Barcelona exhibe varios de sus cuadros y dibujos con vistas de los paseos arbolados y del estanque del Retiro.
Pero donde de verdad disfrutaba Picasso era en las salas del Prado. Alérgico a las clases de la Academia, pasaba horas ante los cuadros de sus primeros maestros. “Greco, Velázquez, inspiradme”, llegó a escribir el joven Picasso. Incluso se desplazaba los domingos a Toledo para contemplar “El entierro del Conde de Orgaz”, de El Greco.
En la casa de San Pedro Mártir, Picasso coincidió con Pepe, un chaval de 12 años que acababa de perder a su padre. Pepe se convertiría con el tiempo en actor. Era nada menos que Pepe Isbert, el entrañable abuelo de “La gran familia” (1962), uno de los grandes éxitos de la historia del cine español. Desde 1981, un mural de azulejos en la fachada de la casa retrata a Pablo y Pepe jugando una partida de cartas.
La estancia madrileña, poco fructífera académicamente, terminó en el verano de 1898 en medio del ambiente bélico por las guerras de Cuba y Filipinas. Picasso, enfermo de escarlatina, se instaló nuevamente en Barcelona. Pero regresaría a la capital tres años después.
Picasso vuelve a Madrid en enero de 1901, después de una estancia en París. Se aloja entonces en una pensión de la calle Caballero de Gracia, detrás de la Gran Vía, pero pronto alquila una buhardilla en la calle Zurbano, esquina con Almagro y Zurbarán.
El edificio original ha desaparecido. En el nuevo, en el número 28, una placa recuerda la estancia de Picasso y que allí estuvo la sede de la revista “Arte Joven”, que el pintor fundó en marzo de 1901 y de la que fue director artístico.
En Madrid pasará solo unos meses, pero le dará tiempo a frecuentar a intelectuales y artistas como los hermanos Baroja o Valle-Inclán, que publican sus textos en “Arte Joven”. En su estudio de Zurbano pintará las primeras obras de la época azul, entre ellas la célebre “Mujer en azul”, actualmente en el Museo Reina Sofía.
En febrero de 1901 Picasso viviría en Madrid uno de los momentos trágicos de su vida: el suicidio en París se su íntimo amigo Carles Casagemas. Unos meses después pintaría “El entierro de Casagemas”, inspirado en el famoso cuadro de El Greco que tanto le gustaba visitar en Toledo.
En mayo, Picasso vuelve a París. Nunca regresaría a Madrid. En 1936, el gobierno de Manuel Azaña le nombró director del Museo del Prado. Exiliado en París, Picasso no pudo nunca dirigir el museo por el que tanto correteó en su adolescencia.