13 octubre 2020
por Madrid Nuevo Norte
La regeneración urbana, es decir, la iniciativa de recuperar espacios y zonas degradadas dentro de la ciudad consolidada, es hoy en día una tendencia en el urbanismo ampliamente extendida a nivel internacional. Uno de los principales objetivos de esta corriente urbanística es la creación de entornos más amables y habitables para el ciudadano, sin necesidad de extender para ello los límites de las ciudades. Entre los recursos que se han hecho un hueco para conseguir ese propósito está el diseño de parques lineales, que aprovechan espacios y recorridos infrautilizados en los centros urbanos.
Son decenas los parques lineales que se han implantado en distintas ciudades del mundo en espacios baldíos, en ocasiones originados por infraestructuras como vías de tren o muelles portuarios, que han supuesto una barrera para los barrios que atraviesan, pero que presentan un gran potencial para ser convertidos en nuevos parques por los que pasear o montar en bici.
Los condicionantes de estos proyectos de zonas verdes son muy variados, ya que no existen dos ciudades iguales. No obstante, a pesar de su diversidad, hay algo que la gran mayoría de estos parques lineales tienen en común: su capacidad para unir barrios que antes estaban separados, para estructurar la ciudad y crear una espina dorsal para peatones y ciclistas, introduciendo, al mismo tiempo, espacios verdes en el corazón de las zonas sobre las que se actúa.
La idea del parque lineal no es nueva realmente, ya que en el siglo XIX se construyeron bulevares en diversas ciudades de Europa tras demoler las antiguas murallas que rodeaban sus perímetros urbanos. Algunos ejemplos de esto son los bulevares de París, la Ringstrasse en Viena o, sin ir más lejos, los bulevares históricos que rodearon el centro de Madrid, hoy desaparecidos.
Aunque los parques lineales tuviesen, pues, antecedentes con más de un siglo de antigüedad, a partir de la década de 1950 se vivió un retroceso generalizado en la calidad de los espacios peatonales en ciudades de todo el mundo y el coche cobró cada vez más protagonismo en sus centros urbanos.
Afortunadamente, en los últimos años esa tendencia se ha revertido, y la presencia del peatón en las ciudades ha vuelto a cobrar fuerza.
España cuenta con excelentes proyectos de parques lineales que han conseguido transformar de forma muy visible las áreas urbanas en las que se han implantado. En ese sentido, un ejemplo emblemático es el Jardín del Turia, que en la década de 1980 convirtió 10 kilómetros del antiguo lecho del río Turia, que había sido desviado tras una fuerte riada, en un gran parque urbano para la ciudad de Valencia. Otros proyectos representativos son Madrid Río, que recuperó siete kilómetros de ribera del río Manzanares tras soterrar el tramo suroeste de la M-30, o el celebrado paseo bilbaíno de Abandoibarra, que fue detonante fundamental para la transformación de toda la ciudad.
Siguiendo esta tendencia urbanística, y con el propósito de aplicar sus beneficios sociales y ambientales, Madrid Nuevo Norte ha incorporado al proyecto un eje verde de tres kilómetros de longitud que conectará la red de parques del norte de Madrid con el gran pulmón natural que es el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. El parque va a recorrer de norte a sur una actuación clave para la ciudad, que recuperará terrenos fuertemente degradados y unirá entre sí los barrios del norte de la capital.
Más allá de nuestro país, a lo largo del mundo se han diseñado y construido recientemente numerosos parques lineales con una significativa repercusión social. Varios de los proyectos más significativos han surgido en Norteamérica, con el objetivo de recuperar para la ciudad franjas ocupadas por antiguas vías ferroviarias, como la espectacular High Line de Nueva York y su trazado elevado, o para convivir con ellas, como ocurre en Ciudad de México. Algunos han dado nueva vida a calles y avenidas y otros han despejado antiguas zonas industriales o portuarias. Este es el caso del neoyorquino Riverside Park South, a orillas del río Hudson.
La revitalización de zonas afectadas por el huracán Katrina, que asoló Nueva Orleans en 2005, es la motivación principal del parque lineal Lafitte Greenway. Esta actuación ha devuelto a la vida una antigua franja ferroviaria de cinco kilómetros que recorre ocho barrios del centro histórico. Para hacer este proyecto realidad se consultó a los vecinos los usos e instalaciones que preferían para el espacio verde, y se puso especial cuidado en la identidad cultural e histórica de la zona. El resultado, un parque animado que se ajusta a las necesidades ciudadanas, fomenta los desplazamientos en bici y rebosa actividad en sus espacios de reunión.
Otras ciudades de Estados Unidos, como Boston y su Big Dig, o Bellevue, en el estado de Washington con su futuro corredor Grand Connection, actualmente en proceso de diseño, también han propuesto parques longitudinales en sus centros urbanos.
Uno de los proyectos más singulares entre estas zonas verdes kilométricas, en el que nos detenemos por su ingenioso diseño y que aúna aspectos prácticos y estéticos, se ha implantado recientemente al sur de Ciudad de México. En 2016, el gobierno local decidió devolver a la vida la franja de terreno que recorre la zona a lo largo de 4,5 kilómetros de línea de un histórico ferrocarril de mercancías.
El llamado Parque Lineal del Ferrocarril de Cuernavaca se estructuró a partir de un gesto sencillo y muy visible: una línea roja marcada en el suelo, continua y zigzagueante, que hace fácilmente identificable el parque a lo largo de todo su recorrido. La línea cruza constantemente la vía del tren como símbolo de la unión y de la costura entre ambos lados, transformándose en algunos puntos en bancos para sentarse y en otros elementos de mobiliario urbano, como los juegos infantiles.
El proyecto, diseñado por el estudio mexicano Gaeta Springall Arquitectos, aspiraba a fomentar el espíritu de comunidad en los 22 barrios que atraviesa, con especial respeto a la identidad y la memoria del lugar, y que los ciudadanos sintiesen como suyos los nuevos espacios. Concebido como un bosque urbano, el nuevo parque forma parte de una unidad mayor, el Distrito Verde CDMX, una red de espacios verdes públicos que se extiende por toda la zona metropolitana.