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La Latina, la mujer que rompió moldes en el siglo XV y dio su nombre a dos barrios de Madrid

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Beatriz Galindo fue una humanista adelantada a su tiempo. Conocida con el sobrenombre de la Latina, dio nombre a un distrito y a uno de los barrios más antiguos de Madrid.

Consejera de la reina Isabel la Católica, la Latina consiguió gran reconocimiento y se volcó en acciones sociales, como recuerdan los restos dispersos del hospital que fundó en la calle Toledo.

 

La Latina, la mujer que rompió moldes en el siglo XV y dio su nombre a dos barrios de Madrid

 

¿Sabías que el animado barrio de la Latina se llama así en honor de una mujer que se adelantó varios siglos y rompió techos de cristal allá por el siglo XV? Beatriz Galindo (Salamanca, 1465- Madrid, 23 de noviembre de 1535) fue sin duda una mujer adelantada a su época. Su gran cultura la llevó a convertirse en consejera de la reina, un papel reservado por entonces a los hombres. Su huella ha quedado impresa en la ciudad de Madrid, donde construyó varias obras sociales, y Madrid no olvidó sus méritos, ya que tanto el castizo barrio de La Latina como el distrito de Latina llevan su nombre. Además, en dicho distrito, en el Paseo de Extremadura, una estatua recuerda su figura desde 1999.

Recibió su apodo por su dominio del latín, fruto de la esmerada educación recibida desde temprana edad. Su manejo del idioma clásico era tal que asombró al claustro de la Universidad de Salamanca, y esto llegó a oídos de la reina Isabel La Católica, quien la llamó a la Corte cuando la joven tan sólo tenía 16 años.

A finales del siglo XV, la corte era itinerante y Beatriz Galindo estuvo cerca de la reina hasta su muerte, incluso acompañó su féretro hasta su última morada. Existen dudas sobre el papel que jugó junto a la Reina. Lo que sí está contrastado es que fue camarera de la reina Isabel y se encargó de enseñarle el idioma en el que estaban escritos todos los documentos oficiales de la época, el latín, que era uno de los “puntos débiles” de la soberana. Además de su profesora, fue su consejera en temas públicos y privados y mujer de confianza.

 

La obra de la Latina en la villa de Madrid.

Cuando muere Isabel I en 1504, Beatriz Galindo ya estaba establecida definitivamente en Madrid, una villa entonces sin apenas importancia política o económica, ya que aún faltaba mucho para su designación como capital.

Hoy quedan pocas huellas físicas del paso de la Latina por la Villa, a pesar de su gran influencia y mecenazgo en esta localidad y de ser impulsora de varias fundaciones benéfico-religiosas dentro de sus muros.

Junto a su marido, Francisco Ramírez, Beatriz Galindo fundó el convento de la Concepción Franciscana y los dos fueron los artífices de la construcción del hospital de la Concepción de Nuestra Señora, en la calle Toledo, próximo a la actual plaza de la Cebada, y cuyas obras concluyeron en 1507, cinco años antes que las del convento. Este espacio está ocupado en la actualidad por el teatro de La Latina, y sólo una placa en la calle Toledo nos recuerda que allí estuvo una vez el hospital.

Pronto los frailes franciscanos reclamaron a Beatriz Galindo el uso del convento, por estar bajo su área de influencia, y no cedieron a la intercesión de Fernando El Católico en favor de la Latina. En consecuencia, Galindo se vio obligada a trasladar a sus monjas a otro edificio muy próximo, un inmueble que su marido había heredado de su anterior esposa. Así que en 1511 fundó el nuevo convento bajo otra advocación, la Concepción Jerónima, donde se estableció su comunidad. El matrimonio también construyó en las proximidades una casa señorial que será conocida mucho más tarde con el nombre de palacio de Viana, en la calle del duque de Rivas, que actualmente es la residencia oficial del ministro de Asuntos Exteriores.

 

La Latina, la mujer que rompió moldes en el siglo XV y dio su nombre a dos barrios de Madrid

La portada del Hospital de La Latina, hoy día reubicado en la Ciudad Universitaria. Imagen: Carlos Delgado

 

Restos de su legado en el Madrid de hoy

El convento y el hospital se derribaron en 1904 para ensanchar la calle Toledo, y solo se conservaron del hospital la portada, la escalera y los sepulcros de los fundadores. La portada se guardó, despiezada, y quedó olvidada en los almacenes municipales. De allí los rescató en los años 50 el arquitecto Rafael Manzano Martos, por entonces aún estudiante, quien llamó la atención al mundo académico sobre su importancia y su lamentable estado de abandono. Junto con el también arquitecto e historiador del arte Fernando Chueca, restauró los restos arquitectónicos, que fueron reconstruidos y ubicados próximos al acceso de la escuela de Arquitectura, en la Ciudad Universitaria, donde sigue en pie hoy día. La puerta fue declarada Monumento Histórico Nacional, en 1984.

La escalera del hospital de La Latina, de estilo gótico, es de piedra caliza blanca y actualmente está reubicada en la casa de Álvaro Luján, sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en la plaza de la Villa.

 

La Latina, la mujer que rompió moldes en el siglo XV y dio su nombre a dos barrios de Madrid

Detalle de la escalera de la Latina en su ubicación original, antes del derribo del hospital (1870). Imagen: Jean Laurent

 

Los sepulcros del matrimonio se conservan actualmente en el Museo de San Isidro. Ambos son de estilo renacentista y están realizados en alabastro, con los arcones decorados con esculturas, con inscripciones identificativas. Realmente, la pareja nunca llegó a ocupar dichos monumentos, ya que la Latina eligió ser enterrada en el coro del convento jerónimo. En cuanto a su marido, capitán general de artillería en la guerra de Granada, falleció en 1501 batallando contra los moriscos, y su cuerpo nunca fue encontrado.

 

La Latina, la mujer que rompió moldes en el siglo XV y dio su nombre a dos barrios de Madrid

Sepulcro de Beatriz Galindo, actualmente en el museo de los Orígenes de Madrid, también llamado de San Isidro. Imagen: Carlos Teixidor Cadenas

 

Post elaborado con la colaboración de Juan Carlos González Carpetano, historiador.

12 julio 2019

Autor

Cecilia Mariscal


12 julio 2019

por Cecilia Mariscal