24 abril 2025
por Madrid Nuevo Norte
En 1995, Álex de la Iglesia convirtió el famoso cartel luminoso de Schweppes del edificio Capitol en un símbolo de la ciudad con El día de la bestia. Desde su construcción, la fachada del edificio Capitol fue concebida como un soporte publicitario, albergando coloridos anuncios de neón que han quedado grabados en la memoria colectiva, como el de la marca Camel, que presidió muchos años su imagen hacia la Gran Vía. Sin embargo, el más emblemático es el luminoso de Schweppes, instalado en 1972. Compuesto por 104 tubos de luz y situado a 37 metros de altura, el cartel mide más de 10 metros de alto por nueve de ancho y pesa 600 kilos.
Pero el edificio Capitol es mucho más que su famoso letrero. Y es que su silueta en forma de proa, con aires art déco, y su inconfundible iluminación han convertido al edificio en un símbolo del paisaje urbano madrileño. Desde su inauguración en 1933, este icónico edificio, diseñado por Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced, ha sido testigo de la transformación de Madrid y de la evolución de la Gran Vía como epicentro social y de ocio de la ciudad. Su silueta inconfundible y su torreón a medio camino entre la vanguardia expresionista y el art déco reflejan el espíritu de modernidad y dinamismo de una ciudad como Madrid, que incluso lo ha declarado Bien de Interés Cultural.
El edificio, con su famoso cartel luminoso de Schweppes. Alamy Stock Photos
El edificio Capitol –o Carrión, como se llamó inicialmente– se construyó en un solar irregular en la intersección entre la Gran Vía, la calle Jacometrezo y la plaza de Callao. El propietario de este solar, Enrique Carrión y Vecín, segundo marqués de Melín, convocó un concurso privado en 1931 para la realización de un proyecto de un edificio multifuncional que incluyera cine, sala de fiestas, bar, restaurante, hotel y oficinas. Sin embargo, finalmente Carrión anuló el concurso y encargó el proyecto a Luis Martínez-Feduchi y Vicente Eced y Eced, arquitectos entonces recién graduados. Los jóvenes proyectistas consiguieron fusionar influencias de vanguardias alemanas y neoyorquinas, adaptándolas al contexto madrileño. Como explica Carlos de San Antonio Gómez, arquitecto y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid, el edificio une “expresionismo, art déco, racionalismo, academicismo, y está cuidado hasta el mínimo detalle”. A pesar de estar levantado en un espacio irregular, los arquitectos supieron sacar partido a la singularidad del solar para dar protagonismo al edificio. Con sus 54 metros de altura, seguía las tendencias arquitectónicas del momento, buscando de forma decidida crear una imagen moderna y una presencia imponente. Su diseño no solo respondía a la estética vanguardista de los años 30, sino que también incorporaba avances técnicos que lo convirtieron en un referente de la arquitectura racionalista en Madrid.
Por su característica forma puntiaguda que la convierte en hito protagonista de un cruce de calles, se le ha llegado a comparar con el Flatiron building de Nueva York, construido en 1902. Pero más allá de esa coincidencia formal, el estilo del Capitol no tiene que ver con el “edificio plancha” neoyorkino. En el caso del edificio madrileño, se percibe una clara influencia del arquitecto expresionista Erich Mendelsohn, especialmente por el juego de curvas de la esquina y en la disposición de los huecos de fachada. Esta recuerda a obras del arquitecto alemán como la Mossehaus, construida diez años antes que el Capitol.
Una de sus principales particularidades técnicas fue el uso de una estructura mixta, combinando hormigón armado en los sótanos y la sala de cine, con una estructura metálica en el resto del edificio. Esta combinación permitió dotarlo de una gran ligereza y flexibilidad. El uso de vigas metálicas aligeradas, (llamadas tipo Vierendeel) eliminaba la necesidad de muros gruesos, permitiendo la creación de espacios diáfanos y optimizando la distribución interior. Además, en un contexto donde la seguridad en edificios de gran tamaño aún estaba en desarrollo, el Capitol incorporó materiales ignífugos en su diseño. Por si fuera poco, como prueba de su carácter innovador, el edificio Capitol también albergó el primer sistema de refrigeración centralizado de Madrid.
Montaje de una viga metálica aligerada tipo “Vierendeel” de la entrada del cine Capitol.
Aunque el edificio ha experimentado algunos cambios a lo largo de su historia, actualmente sigue manteniendo sus usos originales, con comercio hacia la Gran Vía y un hotel de cuatro estrella, así como el emblemático cine Capitol y su características marquesina, portada de travertino y letrero de neón.
La azotea, que durante la Guerra Civil sirvió como puesto de observación, hoy alberga una terraza mirador que permite disfrutar de una espectacular vista de la capital.
Inmortalizado en El día de la bestia como símbolo imborrable del cine español, el edificio Capitol sigue acogiendo estrenos en uno de los cines más históricos más reconocibles de la ciudad, por lo que mantiene su vínculo con el séptimo arte y con generaciones de cinéfilos que han pasado por sus salas. Su imponente silueta sigue dominando la Gran Vía, recordándonos que no es solo un referente arquitectónico, sino también un emblema de la cultura cinematográfica madrileña.
El histórico cine Capitol es uno de los más famosos de Madrid.