9 diciembre 2024
por Madrid Nuevo Norte
En el corazón del Retiro madrileño se encuentra uno de los rincones más admirados e instagrameados del histórico pulmón de la capital: el Palacio de Cristal emerge ligero, elegante y rodeado de una naturaleza exultante. Y a pocos metros, el Palacio de Velázquez, que completa la escena. Y, si preguntamos a cualquier paseante a quién alude el “Velázquez” de su nombre, a la mayoría le vendrá a la mente el pintor de las Meninas. Pero la realidad es otra: tras ese nombre se esconde el creador de ambos edificios, Ricardo Velázquez Bosco.
Velázquez Bosco fue uno de los arquitectos más importantes del Madrid del siglo XIX y, aunque su nombre no sea tan reconocido fuera de los círculos de arquitectura, su influencia en el paisaje urbano de Madrid es realmente importante y los edificios que legó para la capital se cuentan entre los más reconocibles, populares y admirados de la ciudad. Y es que, a lo largo de su carrera, nunca buscó protagonismo y, por el contrario, aportó su talento y oficio a la capital y supo colaborar con otros profesionales y artistas de su tiempo para que sus obras hablaran por él.
Su arquitectura se enmarca en una época en la que, gracias a los cambios de la Revolución Industrial, nuevos materiales como el hierro fundido y el vidrio se abrían camino en la construcción de edificios públicos. Y, en ese contexto, Velázquez Bosco destacó por la elegancia de sus diseños, así como por su destreza para combinar distintos estilos e integrar arquitectura, arte y naturaleza.
Nació en Burgos en 1843, y pronto se trasladó a Madrid con su familia, donde empezó a destacar como dibujante. Inició su carrera profesional en el mundo de la restauración de monumentos. En 1871, se unió a una expedición científica a Oriente organizada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tras regresar a Madrid, comenzó sus estudios de arquitectura, obteniendo el título en 1879 y la cátedra de Historia de la Arquitectura en la Escuela de Madrid en 1881. A partir de entonces, recibió importantes encargos como arquitecto del Ministerio de Fomento.
Uno de los primeros proyectos, que se cuenta entre los más destacados del arquitecto, fue la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas, situada en la madrileña calle de Ríos Rosas. Este edificio, construido entre 1886 y 1893, combina en su diseño una estructura sólida con una ornamentación compuesta por detalles escultóricos y relieves que aluden a la minería y la ingeniería. Este edificio refleja la capacidad de Velázquez Bosco para adaptarse a las necesidades de cada proyecto, anticipándose al diseño funcional que influirá en futuros proyectos de arquitectura pública.
Inspiración y modernidad en el Parque del Retiro
En el Retiro encontramos dos de las obras más significativas de Ricardo Velázquez Bosco: el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal. El primero se construyó entre 1881 y 1883 con motivo de la Exposición Nacional de Minería. Velázquez Bosco proyectó la estructura del edificio, con bóvedas de cristal y hierro, junto con el célebre ingeniero Alberto de Palacio Elissague. Los azulejos que adornan el palacio son obra del ceramista Daniel Zuloaga. Unos años después, en 1887, Velázquez Bosco proyectó el Palacio de Cristal. Inspirada en el Crystal Palace de Londres, el Palacio de Cristal del Retiro es la obra española más representativa de la arquitectura de hierro y cristal. El edificio fue diseñado como un invernadero para albergar especies tropicales con motivo de la Exposición de Flora de las Islas Filipinas –entonces colonia española– celebrada en 1887. La planta del edificio recuerda la cabecera de una iglesia gótica, rematada por una cúpula a 24 metros de altura que se eleva sobre el resto de las cubiertas, realizadas en bóvedas de medio cañón. El montaje de la estructura se completó en menos de cinco meses, con el constructor Bernardo Asín al cargo siguiendo el diseño estructural y los cálculos del ingeniero Alberto de Palacio. También en este caso, la decoración de azulejos es obra de Zuloaga. El hierro y el cristal permiten crear un espacio luminoso que se integra perfectamente en el entorno natural del parque y consigue un gran equilibrio entre arquitectura y naturaleza, algo que hoy tanto se aprecia en el diseño urbano sostenible. Actualmente, los dos edificios son sedes del Museo Reina Sofía y, por sus amplios espacios, albergan exposiciones con arte de gran formato e instalaciones.
El Palacio de Fomento: arte y funcionalidad
Entre 1892 y 1897, Velázquez Bosco asumió otro proyecto ambicioso: el diseño del Palacio de Fomento, hoy sede del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. El arquitecto siguió el proyecto que había iniciado Mariano Belmás Estrada en 1881. El Palacio de Fomento es una importante muestra del estilo ecléctico, versátil y funcional de Velázquez Bosco y su capacidad para integrar técnicas avanzadas para la época. Su fachada se inspira en el clasicismo, con columnas y frontones que evocan la arquitectura de la Antigüedad, mientras que la estructura incluye, como ya hizo en el edificio de Minas, una gran cúpula y techumbre de hierro y cristal, lo que permite la entrada de luz natural y aligera visualmente. El edificio también sobresale por su rica ornamentación en cerámica de Daniel Zuloaga, quien aportó color y detalles en los frisos y cornisas, lo que confiere a la fachada una dimensión artística singular. Además, el edificio incorpora en su fachada esculturas cargadas de simbolismo, entre las que destaca el grupo escultórico de Agustín Querol, coronando el edificio, que representa la alegoría de La Gloria y los Pegasos, aunque actualmente podemos ver una réplica. El grupo original está distribuido entre la plaza de Legazpi y la Glorieta de Cádiz, protagonizando ambos espacios.